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domingo, 25 de marzo de 2007

Entremos en el Reino del Amor.



Hoy es el quinto domingo de Cuaresma, y la liturgia es un canto de confianza al plan amoroso de Dios para con sus hijos. Es también una invitación a reconocer la novedad de Cristo en nuestra vida: “He aquí que yo lo hago todo nuevo”. Luego de este caminar a través del desierto cuaresmal puede vislumbrarse a lo lejos la tierra prometida, y el pueblo despierta de su sueño, porque se abre el ojo interior del Amor. Hemos comprendido que mediante la penitencia nos disponemos mejor al obrar de Dios, pero experimentamos también nuestra fragilidad, nuestra poca perseverancia y tendencia a buscar siempre lo fácil, lo cómodo, y a dejarnos envolver en los cantos de sirena del pecado. Entonces aparece una vez la promesa: “No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; miren, yo realizo algo nuevo, y ya está brotando”. Es la Gracia de Dios, su Espíritu, su fuerza, su consuelo, su perdón, su ternura de Padre Justo la que va siempre delante de nosotros. No tengan miedo, Dios no se muda. “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres”. Es la alegría del corazón que pone como fundamento a Cristo. “Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares”.Y nos sentimos en el lugar de la mujer adúltera del evangelio. Todo y todos nos acusan, sólo Jesús contempla el corazón del Padre, y ensimismado en su Misericordia, nos abre a una VIDA NUEVA. Son dos momentos: 1- Todos somos pecadores: no hay que juzgar al prójimo. 2- Reconoce tu pecado, y déjate perdonar, para entrar en un camino nuevo.
Y entonces digo con Pablo: “Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús”. Es vivir con una justicia que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Hemos recibido la salvación en Cristo, tenemos que hacerla vida, que encarnarla en nosotros, que irradiarla a los demás. La Cuaresma es el camino hacia la Pascua, es el paso de la muerte a la vida, de la sombras a la luz, de la culpa al perdón, del odio al amor. Ya vemos a lo lejos al sol que nace de lo alto, ya sentimos el agua viva que apaga nuestra sed. Que al celebrar los misterios fundantes de nuestra fe cristiana despertemos del sueño del pecado, del egoísmo, del odio, de la mentira, y entremos en el REINO DEL AMOR.

“En un sentido, siempre estamos viajando. Viajamos como si no supiéramos hacia donde vamos. En otro sentido, ya hemos llegado. No podemos llegar a la perfecta posesión de Dios en esta vida; por eso viajamos, y lo hacemos en medio de la oscuridad. Pero ya poseemos a Dios por la gracia. Por eso, en ese sentido, ya hemos llegado y moramos en la luz. Pero ay!!Qué lejos tengo que ir para encontrarte a ti a quien ya he llegado!”. (Thomas Merton).

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.