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sábado, 24 de noviembre de 2007

Reinar con Cristo. Anselm Grün.


"El año litúrgico se cierra con la fiesta de Cristo Rey. Nos quiere mostrar a Cristo como el verdadero rey. Los judíos esperaban un rey que venciera a sus enemigos, que pudiera proporcionar protección y seguridad al pueblo y garantizar la paz. Los griegos tenían otra idea de rey. Platón llama “rey” al que posee la ciencia de las ideas. Para Filón, el sabio es el rey. Cuando San Lucas llama tres veces”rey” a Jesús colgando de la cruz, quiere decir con ello que Él llena la concepción tanto judía como griega del ideal de rey. Jesús en la cruz es el sabio que tiene conocimiento de todo, del cielo y de la tierra, del bien y del mal, de la luz y de las tinieblas, de los abismos del corazón humano. Jesús es, verdaderamente, el experimentado que conoce todos los sectores de la realidad, pero es al mismo tiempo el soberano. San Juan designó a Cristo como “el que gobierna el mundo desde la cruz”. Esto parece una paradoja, porque Él ciertamente pende desvalido en la cruz; sin embargo, Cristo ha derrotado en la cruz a los verdaderos enemigos del alma: la muerte y el mal. Y en la cruz ha hecho posible la paz verdadera, porque ha reconciliado a los enemigos entre sí. (Efesios 2, 14-16)
Pero también, mientras celebramos a Cristo como rey, se nos recuerda que nosotros mismos somos reyes. Nosotros hemos nacido como Cristo, para dominar sobre nuestros enemigos, para ser dueños de nosotros mismos, en lugar de dejarnos dominar por tiranos extraños, por nuestros instintos, deseos y pasiones, o por otras personas. Estamos destinados a ser libres. Y estamos también llamados a ser sabios, a tener experiencia para conocer todos los sectores de la realidad, para reconocernos en la propia casa, desde el sótano hasta el ático. Así, rey es símbolo del sí mismo.
Se puede percibir algo del misterio de esta fiesta si uno se pone de pie y centrado en sí mismo, dice:
“Aquí estoy delante de mí, tal como soy. Puedo apoyarme en mí. Soy una persona real, estoy en Cristo, gobierno con Él”. O recordar el verso de un salmo: “Dijo el Señor a mi señor: siéntate a mi derecha y a tus enemigos los pondré bajo tus pies”. Eso es participar del dominio de Cristo. No ejercemos poder sobre otros hombres, sino sobre todos los poderes que nos quieren oprimir. Participamos de la realeza de Cristo, de su libertad, de su poder. En Él somos señores de nosotros mismos".
Anselm Grün; “Año litúrgico sanador” (Editorial Verbo Divino)

1 comentario:

Anónimo dijo...

En nuestro mundo reinan la violencia, el odio, la opresión, la injusticia. Incluso las religiones aparecen como razones para odiar y matar. Hasta cuándo viviremos en un mundo así? Cuándo Cristo reinará definitivamente? Claro, nosotros tenemos que dejar que Él reine en nosotros, en nuestra vida, para que su Reino llegue al mundo. !Ven, Señor!

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.