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sábado, 5 de enero de 2008

Leyendo a Thomas Merton.



Leyendo a Thomas Merton: “Los manantiales de la contemplación”1.

En las últimas semanas volví a tomar el libro “Los manantiales de la contemplación”, que recoge las grabaciones de dos encuentros o retiros que tuvo Thomas Merton en la abadía de Getsemaní con un grupo de religiosas contemplativas. Está publicado en esta edición por Sudamericana, no sé si habrá otra edición en español (esta es del año 1993, tomada de la edición en inglés de 1992). Es un libro que llegó a mis manos gracias a la bondad de mi amigo Alexis Lima, y que permite un acercamiento a la persona de Merton mayor, teniendo en cuenta que se trata de un diálogo, de su hablar, recogiendo criterios, opiniones, puntos de vista, lecturas suyas, etc. Estos encuentros fueron grabados y luego, al cabo de los años se trascribieron estas grabaciones, conservando en lo posible su estilo conversacional.
Era compleja la época en que tuvieron lugar estos encuentros, a causa de los vertiginosos cambios que tenían lugar en la Iglesia y en el mundo, y quiso Merton prestar alguna ayuda a las religiosas de las ordenes contemplativas a menudo segregadas por reglamentos inflexibles, con respecto a viajes o lecturas, y poco actualizadas en ocasiones respecto a lo que sucedía.
Les transcribo ahora el testimonio de una de las hermanas, Mary Luke Tobin, responsable principal de la edición de estas conversaciones:

“Merton no pidió permiso alguno para celebrar estas reuniones, ni las hermanas para asistir a ellas. Su Abad ofreció gentilmente la hospitalidad del albergue y los parques de la abadía de Getsemaní para las sesiones. El bello y apacible entorno del monasterio de Kentucky favoreció e incentivó el espíritu de camaradería que pronto surgió entre las participantes. A menudo nos sentábamos en las orillas de los lagos o estanques que Merton se complacía en mostrarnos, sitios que son hoy puntos de referencia familiares para sus numerosos lectores.
Recuerdo cuando nos llevó a lo alto de la colina de los fondos del monasterio, para que conociéramos la ermita que tanto le costara conseguir. Con visible deleite nos mostró todos sus pequeños tesoros, entre ellos varios bongós que le había regalado un amigo, una estola que le había enviado Juan XXIII y varias reliquias que veneraba. Recuerdo haberle escrito desde Roma preguntándole si le gustaría tener una preciosa reliquia de Charbel, el eremita libanés recientemente canonizado. “Claro que si”, respondió. “Soy un gran coleccionista de reliquias”.

Más adelante, en este prólogo a las conversaciones con Merton, apunta la hermana Mary:
“Tengo un recuerdo imborrable de la calidez y la naturalidad de Merton, que nos sedujo a todas y creó una atmósfera de buen humor en los pocos días que duró cada reunión… Merton no sabía ser rígido ni formal con la gente, y su cordialidad y buena disposición permanente dotaron aquellos días de un encanto muy singular. Hubo paseos por el bosque y recreos para tomar café. Más tarde, Merton comentó en sus cartas lo mucho que había disfrutado esos momentos con las hermanas”.


Continuará…

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.