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miércoles, 25 de junio de 2008

Un hombre de Dios.


El texto que les comparto esta vez, lo he tomado del prólogo al libro “Encuentros con Merton. Reflexiones espirituales”, de Henri Nouwen, y está escrito por John Eude Bamberger, O.C.S.O., Abad del monasterio de Genesee.

“Algunos de nosotros tuvimos la oportunidad de conocer a Merton en Getsemaní durante mucho tiempo, día a día, del modo en que los monjes se conocen unos a otros: con sencillez, de inmediato, y sin pretensiones. Algunos de nosotros lo conocíamos como un discípulo conoce a su maestro, como un alumno conoce a su profesor, como un médico conoce a su paciente. Lo conocíamos con sus buenos y con sus malos días, en sus mejores momentos y en los peores. Lo sentíamos como a un hermano, porque era un hombre muy querible por su disponibilidad inagotable y desinteresada. Pero por sobre todas las cosas, lo valorábamos por ser un hombre de Dios, con un entusiasmo total e ilimitado por la vida monástica y por las prácticas centrales de contemplación, especialmente el silencio y la soledad. Comprendimos que cuando hablaba con compasión sobre los oprimidos de la tierra, hablaba desde una conciencia alcanzada con la angustia de su propio corazón y con esfuerzo y discernimiento contemplativo. Descubrió que era compasivo porque sabía que había recibido la compasión de Dios. Y finalmente descubrimos que no era su aguda inteligencia la que le permitía discernir los problemas sociológicos y políticos, sino más bien su compasión.
Todo lo que se diga sobre Merton, si se dice de verdad, debe presentar su visión y su trabajo como el fruto del conocimiento de Dios alcanzado por medio de una fe que se hizo vida a través de la contemplación”.

En otro lugar del mismo prólogo, se afirma:

“Aunque el tiempo pasa, Merton sigue teniendo un encanto que atrae a todo tipo de hombres y mujeres con distintas realidades de vida”.

Y es que, como dice Henri Nouwen, en este mismo libro, la compañía espiritual de los escritos de Merton, nos ayudan a encontrar “un fundamento contemplativo para nuestras vidas fragmentadas e inquietas”.

2 comentarios:

Manuel dijo...

Es muy cierto que el encuentro con personas como Merton marcan nuestra vida, y aunque yo no le conocí personalmente tengo la impresión de haberlo hecho a través de sus libros. Él y otros, con sus escritos, han sido siempre mis maestros, y con el tiempo se han hecho imprescindibles, una compañía necesaria y saludable en los momentos difíciles. De ahí que entienda muy bien las palabras del Abad de Genesee, y sobre todo destacar esa llamada de atención a la "humanidad" de Merton. No caer en la tentación de idealizar a los maestros, y es una advertencia que nos hace la tradición contemplativa; el mestro no es perfecto, pero tiene una sabiduría, y sobre todo una compasión, que nos ayudan a entrar también a nosotros en una nueva manera de vivir.

Anónimo dijo...

Es cierto, a menudo leo cosas negativas sobre Merton en algunos sitios de la web, y siento pena de que esas personas no sean capaces de valorar la sabiduria y la santidad de un hombre como este. Sus limitaciones humanas no son un límite, al contrario, le hacen más cercano y más real.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.