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sábado, 26 de septiembre de 2009

Vida y Santidad en TM (Resumen), 2


6. Las conclusiones fundamentales a las que he llegado luego de todo este año de trabajo pueden resumirse del siguiente modo:


A. Muchos, en el transcurso de los siglos, se han visto impactados por la belleza y atracción del ideal cristiano de santidad, que supone identificación con Cristo, participación y seguimiento, y que es don y tarea al mismo tiempo. Ese ideal, no la santidad propiamente, ha estado en ocasiones lastrado, por interpretaciones parciales, entre las que resaltan en este trabajo fundamentalmente dos: el que se vea y presente como camino para unos pocos y no para todos, y el no presentar con suficiente claridad que santidad y humanización van siempre de la mano. Cada época necesita recuperar para sí el ideal de santidad, como motivación y motor para la vida de los bautizados, presentándolo de manera dinámica, con expresiones nuevas, de modo que constituya un desafío para vivir gozosamente la fe. Siempre urge trabajar por una comprensión de la santidad más integral, menos elitista, y más abierta a buscar lo común, más sensible a las búsquedas de cada época, y al mismo tiempo capaz, como ideal, de crear nuevas mentalidades. (reconociendo la belleza de la creación, la autonomía de las estructuras humanas, y haciendo presente al mundo la infinita bondad del Dios Padre que anunció Jesús). Son importantes los “modelos de santidad” que presenta la Iglesia o que espontáneamente surgen dentro del pueblo cristiano.

B. Para Thomas Merton, figura contemporánea, el ideal de santidad cristiano fue un elemento clave, y motor impulsor de su vida espiritual. Está presente en su autobiografía, a lo largo de todos sus diarios, y en sus ensayos sobre la vida contemplativa y la vida cristiana en general. Él encontró y vivió ese ideal, y desde su condición de monje contemplativo hizo un itinerario de crecimiento para encontrar nuevas formas de vivir la llamada a la santidad en la Iglesia.

C. Este trabajo me ha permitido descubrir las intuiciones que TM tuvo en este sentido, y creo que su experiencia puede resultar positiva y enriquecedora para los cristianos de nuestro tiempo, pues vida y obra escrita son un ejemplo de cómo el encuentro con Cristo, con la fe católica, pueden hacer que una persona reoriente radicalmente su vida y convierta el ideal de santidad en motivo para redescubrir la propia identidad y ayudar a otros a descubrir también la llamada original.

D. La búsqueda y el desarrollo del ideal de santidad en TM está vinculada indisolublemente a su conversión, a su bautismo y a su elección vocacional; le permite hacer una lectura de su vida en clave de fe, como camino de salvación; descubre que en él la santidad está íntimamente vinculada a su vocación de escritor, a la contemplación, a la soledad, pero también a su preocupación por el mundo, por la justicia y la belleza de lo humano; está vinculada tanto a la tradición como a lo más actual, a la oración y a la poesía. (No es Merton una figura excepcional, que ponga en cuestión todo el ideal de santidad que le precede; él asume la Tradición de la Iglesia, la vive y la enriquece desde su itinerario personal de salvación, como han hecho otros muchos hombres y mujeres, impulsados por el encuentro con Cristo, y refleja las preguntas, dudas y búsquedas del tiempo en que vivió).

E. Es una “santidad” integradora y plenamente “católica”, que busca acercar lo diverso, siempre abierto a nuevas experiencias y los signos del tiempo. Merton pasará de una comprensión estrecha, tradicional y devocional del camino cristiano, a otra visión que contempla el seguimiento de Cristo de manera más honda, más sencilla y más compasiva con el mundo y su gente.

F. Su vida vale como modelo cercano y creíble del cristiano que busca la voluntad de Dios en medio de un mundo complejo y de las propias complejidades de su psiquis y su personalidad, siempre en relación con otros.

G. La reflexión de TM vincula santidad a gratitud, alabanza y amor, sin olvidar el equilibrio entre el misterio de nuestra individualidad y la obediencia como camino para alcanzar la voluntad de Dios, que se manifiesta siempre en el ámbito de la comunidad cristiana.

H. La reflexión de TM aparece vinculada al espíritu eclesial que precedió y acompañó la celebración del concilio Vaticano II, y tiene en cuenta que la santidad es para todos, que ha de buscarse en la vida ordinaria, y que ha de repercutir en provecho de toda la humanidad.


I. Como ideas particulares e importantes acerca de la santidad, que aparecen en la obra de TM destacan las siguientes: aparece vinculada a la identidad de la persona; reconoce el trabajo activo y socialmente útil como camino de santidad cristiana; no puede ser mera repetición mecánica de un modelo, sino que exige creatividad y osadía de parte nuestra; la ley de la santidad es la ley del amor, porque ese es el principal mandamiento cristiano. Y finalmente, la santidad es compatible con imperfecciones, limitaciones, defectos y excentricidades, que Dios permite para la maduración y crecimiento espiritual.

J. A lo largo de todo el trabajo aparecen tres ideas básicas que definen la visión de TM en relación con la santidad, y que también singularizan, de modo amplio, su vida espiritual:

1. Relación directa entre santidad y progresiva humanización: el ideal cristiano no es sobrehumano, sino humano, y tampoco ser santo es ser menos humano, sino todo lo contrario. Hay un reconocimiento del valor de lo humano, un aprecio por la humanidad que no es contrario a la búsqueda del Reino, ni a una visión crítica y profética de lo que necesita ser cuestionado y cambiado.. El proceso de divinización de la persona es al mismo tiempo camino de humanización, y no hay contradicción entre santidad y humanidad.

2. Eclesialidad de la santidad: La santidad no debe convertirse en un ideal egoísta; mi santidad es parte de la santidad de mis semejantes, y no puedo buscar una “santidad” individual al margen de la Iglesia. No hay santidad cristiana sin vida eclesial. (Destaco su distinción entre “andamiaje” y “verdadero edificio” eclesial, así como su comprensión de lo que se ha llamado “el Cristo Total”).

3. Vínculo necesario entre santidad y compromiso con la transformación de la realidad, del mundo: Es un tercer aspecto a destacar en la obra de Merton, y en su propia vida; la búsqueda de la santidad incluye una progresiva preocupación por los sufrimientos e injusticias, por los grandes problemas de la humanidad. No se puede ser santo de espaldas al dolor del mundo, ni tampoco sin participar de sus esperanzas y sus alegrías. El cristiano, aun el consagrado, sigue siendo parte de ese mundo que debe ser transformado.

K. La santidad aparece en TM como don y como tarea, pero hay una insistencia particular en el tema de la santidad como don: buscando a veces una "santidad" abstracta, irreal e inalcanzable, podemos olvidar que somos santos, por puro don de Dios. Hemos insistido tanto en lo que debemos hacer para ser santos, que por momentos olvidamos la parte más importante de este camino: que la santidad es un don que ya hemos recibido.


L. RESUMIENDO: Santidad, aparece en la vida y los escritos de TM vinculada a: participación y comunión con Cristo, crecimiento, progresiva humanización, sentido de Iglesia, creatividad y osadía, y confianza.

M. PARA TERMINAR: El testimonio personal y los escritos de TM, reconocido por muchos como un maestro de la vida contemplativa, que nos dejó ver los entresijos de su interioridad, sus luchas y búsquedas personales en pos del ideal de santidad, son parte indiscutible del tesoro espiritual de la Iglesia Católica, y una puerta para llevar el mensaje evangélico a otros ámbitos, religiosos y culturales. Parece importante tener en cuenta el testimonio de aquellos que, desde una realidad concreta, y más aun, contemporánea a la nuestra, han intentado vivir el ideal de santidad cristiano, cuando el mundo y los receptores de nuestro mensaje cambian de día en día, y exigen de nuestra parte dinamismo, sensibilidad por lo humano, y creatividad.TM es hoy un reconocido maestro espiritual, tanto en el mundo católico como fuera de él, a pesar de las críticas que también han recibido sus libros y sus opciones a favor del compromiso social o el acercamiento al mundo oriental; TM no es un “liberal”, sino que desde un profundo conocimiento de la tradición contemplativa católica y del pensamiento humanista de su tiempo supo enlazar, acercar, aspectos que suelen aparecer como contrapuestos. De ahí el valor de su testimonio, la riqueza de su obra, y la importante de darle a conocer. De modo particular me interesa que sea conocido en la Iglesia Cubana, por el vínculo particular que tuvo TM con la Isla, y por ello confío seguir trabajando en este sentido, aprovechándome de la obra de este monje contemplativo católico a nivel personal e invitando a otros a que le conozcan y se aprovechen de su testimonio.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Vida y santidad en TM (Resumen), 1


1. El título que elegí para mi trabajo: “Vida y santidad en Thomas Merton”, expresa los 2 elementos fundamentales de mi investigación: la santidad cristiana y Thomas Merton; un tercer tema está de fondo: vínculo entre experiencia concreta, particular, y teología, reflexión, doctrina. La “santidad”, se entiende aquí como la realidad que expresa a lo largo de la historia de la Iglesia el seguimiento de Cristo, y que se hace concreto en hombres y mujeres particulares, sirviendo como referencia al Pueblo de Dios, y como levadura en la sociedad humana; Thomas Merton (1915-1968), monje trapense, escritor católico, contemplativo, considerado un maestro espiritual para muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo, tanto dentro como fuera de la Iglesia. En este trabajo he querido acercarme a lo general desde lo particular, y al mismo tiempo descubrir de qué manera lo general incide en la experiencia de un cristiano concreto, de un hombre de nuestro tiempo. He procurado encontrar las claves de su búsqueda de santidad en la Iglesia, y lo que estas claves pueden aportar al anuncio y propuesta del ideal cristiano en una situación y un contexto particular.


2. El por qué de mi elección: Mi interés por el tema de la santidad tiene sus raíces en mi condición de católico converso, nacido y crecido en Cuba, sin referencias cristianas; recibí el bautismo a los 25 años, y el desafío de “ser santo” ha sido siempre un elemento esencial de mi camino de fe, y de mis reflexión personal. Llevo también, a la par, los presupuestos de una educación marxista y las críticas que desde esa ideología se hacen al cristianismo. En mi trabajo pastoral, he sido párroco durante casi 14 años, he tratado de buscar nuevas respuestas, con un lenguaje nuevo a esas críticas. Por otro lado, desde hace más de 10 años, he leído y estudiado sistemáticamente la obra de Thomas Merton, y me he interesado por su vida, que considero paradigmática dentro de la espiritualidad contemporánea. Así, lo que tuvo en principio motivaciones espirituales personales y pastorales, acabó convirtiéndose en el tema de esta tesina: ¿De qué manera presentar el ideal de santidad cristiano al mundo de hoy? ¿Cómo entiende TM la santidad cristiana, qué elementos son esenciales para él en el camino de la santidad? ¿Cómo puede ayudarme a presentar hoy la santidad cristiana como un ideal convincente que mueve a los cristianos a un compromiso mayor con la Iglesia y con el Mundo? Me interesa, insisto, la combinación vida-santidad, experiencia-reflexión teológica; busco entender cómo en la singularidad de cada vida humana Dios manifiesta su gracia, y llama a encontrar la plenitud.

3. Metodología: Dicho lo anterior, se comprende que la preparación para este trabajo ha sido remota y actual; los dos temas de esta tesina han sido lectura obligada y sistemática durante años. Para prepararla concretamente ahora he buscado nuevos materiales, leyendo y releyendo los que ya conocía, de modo que pudiera hilvanar un discurso lo más coherentemente posible, dado que en español no hay un estudio de la santidad en TM. No hay intensiones hagiográficas en este trabajo, ni intento decir que TM sea canonizable; aquí hablo de la experiencia de santidad que ha de tener todo bautizado, el deseo de ser santo que ha de acompañar todo itinerario espiritual cristiano. He tenido que dejar inevitablemente cosas fuera del texto, que confío aprovechar o desarrollar más adelante, y me he centrado en lo fundamental.


4. El tema en cuestión ha quedado desglosado en cuatro capítulos:


a. En el primero presento una visión general de la santidad cristiana en la Iglesia, haciendo hincapié sobre todo en el dinamismo y progresión de ese ideal, y en los lastres que a lo largo de esa historia se le fueron sumando; quise ofrecer el marco en que TM vivió su conversión y búsqueda de santidad, y para ello me centré en los siguientes temas: Etimología del término y conceptos afines (Destaca el concepto de “perfección”), acercamiento bíblico y teológico, hagiografías y función social de la santidad, aportación del Vaticano II, claves, líneas actuales y principales desafíos. La santidad ha estado presente, con diversos matices, a lo largo de toda la historia de la Iglesia, ha sido un motor impulsor de la vida de los creyentes y ha dejado muchos frutos, ayudando a la transformación del mundo. Insisto en la belleza y necesidad de este ideal, y en su importancia dentro de la pastoral de la espiritualidad; parece hoy necesario renovar el lenguaje con que lo presentamos, y escuchar las necesidades espirituales de nuestro tiempo a la hora de ofrecer nuevos modelos de vida cristiana. Concluyo resaltando la importancia de los “modelos” y mi elección de TM en esta línea. (Al final de este capítulo he puesto unas coordenadas generales, página 34-35, y que resumen lo que aparece en esta parte del trabajo).

b. Los capítulos segundo y tercero desarrollan básicamente la parte biográfica de mi tesina. En el capítulo segundo hay dos momentos: primero, presentación general de la vida de TM, y principales fuentes para acceder a su itinerario biográfico (Sus propios escritos, y los de otros sobre él, tanto en inglés como en español); segundo, presento un itinerario biográfico más detallado, que se sostiene sobre el cómo ha estado presente el ideal de santidad a lo largo de toda su vida. Lo divido en Tres etapas: una (1915-1934), desde su nacimiento hasta su regreso definitivo a EU (nacimiento, niñez y adolescencia; temprana orfandad, viajes continuos por Europa, crisis de valores). Una segunda etapa (1935-1941), centrada en su conversión, que constituye el eje sobre el que gira esta lectura biográfica: bautismo-santidad-vocación. Y una tercera etapa (1941-1968), que comienza con su entrada en Getsemaní, su maduración espiritual, sus libros, su sacerdocio, su compromiso social, su deseo de soledad, su interés por las tradiciones religiosas de Asia, y que culmina con su muerte accidental en Bangkok, Tailandia. (Aquí destaca un episodio particular, de 1958, conocido como “epifanía de Louisville”).

El capítulo tercero va entonces a buscar aquellos elementos concretos que dinamizan la vida espiritual de TM y singularizan su comprensión del ideal de santidad cristiano: su condición de monje y escritor, figuras concretas en las que se inspira (poetas, San Juan de la Cruz, San Bernardo, Beato Conrado, Juliana de Norwich, escritores contemporáneos), valores o virtudes que cultiva (soledad, silencio, sencillez, obediencia, amor a María, etc); dos aspectos fundamentales son su catolicidad y su humanismo (esto último aparece, con toda intensión cerrando prácticamente los capítulos 2, 3 y 4 de la tesina). Estos elementos singularizan la búsqueda de santidad de TM, y quedarán plasmados en sus escritos. La “santidad” de TM ha sido cuestionada en ocasiones, por lo que presento los argumentos que han aparecido en su contra y algunas reflexiones a favor, terminando con una mirada general a su itinerario vital y espiritual que, partiendo de ideas presentadas por varios autores, quiere abrir caminos para otras indagaciones futuras.

c. Finalmente, en el cuarto y último capítulo, intento una visión general de la comprensión que a nivel doctrinal tiene TM del tema que nos ocupa; para ello he tomado como soporte uno de sus libros, titulado precisamente “Vida y santidad”. El capítulo está montado sobre este texto, que he analizado concienzudamente, y se apoya además en otros libros en los que toca también este asunto (“Semillas de contemplación”, “Los hombres no son islas”, “Pensamientos en la soledad”, etc). He presentado mi propio orden de desarrollo: parto de la centralidad de Cristo en la comprensión de la santidad, algunos fundamentos para la fe, los ideales cristianos, su realidad, comprensión, crítica y desarrollo, y cierro con algunas cuestiones prácticas, que vinculan la santidad cristiana con la vida, el trabajo, la caridad, el sufrimiento, y la progresiva humanización de la persona. Insisto en la cercanía de la visión mertoniana con las ideas del Vaticano II, y también en algunas intuiciones que me parecen iluminadoras en nuestro contexto contemporáneo. Es un capítulo doctrinal.


De modo general puede decirse que estos capítulos están montados básicamente cada uno sobre un libro de TM: el segundo, “La montaña de los siete círculos”, el tercero, los “Diarios”, y el cuarto, “Vida y santidad”. Luego, el resto de las obras giran siempre alrededor de las citadas.

5. La obra de TM es particularmente extensa, a pesar de que murió con sólo 54 años. He repasado prácticamente todo lo que está en español, además de otras referencias en otras lenguas, sobre todo el inglés, que he revisado de manera parcial. He leído numerosos artículos y libros sobre la vida y la obra de TM, he estado al tanto de los Congresos que se han realizado en España sobre él, y he estado en contacto con las personas que han intentado potenciar el conocimiento de su obra en este país: Fernando Beltrán, y Francisco R. de Pascual. También pude escuchar a Elvira Rodena, quien presentó en esta misma universidad una tesina sobre Thomas Merton, y leer su valioso trabajo (Del que ha aparecido una reseña en el último número de “Estudios Eclesiásticos”).  La Bibliografía utilizada ha sido amplia en este sentido, también en relación con el tema general, la santidad, aunque la gran cantidad de materiales existentes en ambos casos hace imposible ser exhaustivos, y obligan a dejar fuera aspectos destacables. (Continúa...)

lunes, 21 de septiembre de 2009

A la santidad por la escritura, 2.


Etapas de la obra escrita de TM: Su obra ha sido dividida por los estudiosos en tres etapas fundamentales: la primera recogería su producción más netamente espiritual, dedicada fundamentalmente a la promoción de la espiritualidad y la vida monásticas. Una segunda etapa, en la que Merton asume y ofrece una palabra sobre los conflictos sociales de su tiempo: guerra fría, amenaza nuclear, discriminación racial, etc; y finalmente una tercera etapa, que recoge su interés por las tradiciones religiosas orientales, fundamentalmente budismo y zen, a las que se acerca desde su tradición contemplativa y con un propósito esencialmente “católico”. Estas etapas no están tan delimitadas en realidad, y los temas de una aparecen también en las otras, pero nos permite comprender mejor el itinerario del autor, y la evolución de sus concepciones espirituales. Si la santidad cristiana tiene que ver con el crecimiento progresivo de la persona, en pos de un ideal, que es Cristo, a lo largo de toda su vida, entonces podemos decir que toda la obra de TM apunta en esta dirección; hay, sin embargo, algunas obras en particular en las que aparece la santidad tratada de modo concreto.


a. Primera etapa: Además de su autobiografía, La montaña de los siete círculos, ya comentada en el capítulo anterior, podemos citar dos títulos muy peculiares, que TM escribió por encargo de su abad, en los que narra la vida de dos mujeres santas, MADRE MARY BERCHMANS, monja trapense destinada a una misión en Japón, y SANTA LUTGARDA DE AYWIÉRES, mística cisterciense; ambos libros le merecían al propio Merton una juicio muy negativo, pues resultaron retóricos y excesivamente piadosos . En 1953 publica El signo de Jonás, diario que narra acontecimientos importantes en la vida de TM: sus votos solemnes, su ordenación sacerdotal y la adquisición de la ciudadanía norteamericana; esta última supuso un importante paso en la recuperación de su sentido de pertenencia a un mundo. Hay tres títulos de esta primera etapa en los que Merton reflexiona en torno al tema de la santidad de manera parcial: Semillas de contemplación (1949), Los hombres no son islas (1955) y Pensamientos en la soledad (1958); los tres desarrollan meditaciones en torno a la vida interior, y recogen profundas intuiciones acerca de la vida interior y de la búsqueda de perfección cristianas que, leídas hoy, conservan toda su actualidad. En ellos además aparecen ya temas que serán recurrentes: la búsqueda de nuestro yo auténtico, y la relación entre soledad y sociedad. De modo general, podemos decir que para TM, en esta etapa, la santidad está más vinculada a lo personal: hay que tomar distancia del mundo para acercarse a Dios y al prójimo; en la soledad el individuo se enfrenta consigo mismo y con la verdad de Dios, y recupera su Yo auténtico.

b. Segunda etapa: Sin embargo a partir de cierto momento hay una desplazamiento del interés de TM hacia lo social, sin deslindarse, por supuesto, de la espiritualidad; en esta etapa hay también una concepción renovada de lo que supone “ser santos”, pues Merton advierte que una mera retirada del “mundo”, como huida, con una intensión salvífica estrictamente personal es algo falaz e ilusorio, pues la santidad cristiana tiene que ver con el Cristo total, y este incluye el conjunto de sus semejantes, es decir, la humanidad entera, y la creación. En esta etapa aparece una espiritualidad más horizontal, que implica encontrar a Dios en la sociedad, y trabajar por el Reino, comprometidos con el mejoramiento del mundo . En Cuestiones Discutidas (1960), aparece un ensayo acerca de la soledad en el que Merton habla de la santidad como sacramento de la misericordia de Dios en el mundo, mientras que en La sabiduría del desierto (1960), de ese mismo año, reconsidera el papel que el monje ha de jugar en su mundo, también en lo social. Destaca especialmente de este período su libro El hombre nuevo (1961), que merecería un análisis particular; en él desarrolla el tema de nuestra identidad espiritual, y según F. Beltrán, es como una síntesis teológica de toda la obra de Merton, e incluso un reflejo de su propia vida . Durante esta etapa el lenguaje de Merton adquiere un nuevo estilo, más cercano al hombre de su tiempo, y renunciando a cierta retórica devocional, propia de la etapa anterior. En 1961 presenta una nueva versión de una obra de su primera etapa, ahora publicada como Nuevas semillas de contemplación, ejemplo de cómo va TM redefiniendo su visión espiritual, ahora más abierta, social e inclusiva. En esta línea aparecerá Semillas de Destrucción (1964), dedicado básicamente a temas sociales.


Merece especial atención un libro de 1963, titulado Vida y santidad, que para F. Beltrán supone un regreso a su primera etapa; yo me atrevo a decir que es una relectura de TM de los temas espirituales de su primera etapa, presentados de manera asequible para el cristiano de a pie, y teniendo como fondo las nuevas coordenadas sociales que TM ha asumido en este período. En este texto, de unas 140 páginas, es evidente la influencia del magisterio de Juan XXIII y de las primeras jornadas conciliares, y de él escribió H. Nouwen: “Es una declaración directa, clara, inteligente y muy convincente sobre lo que significa ser cristiano” . Yo creo que es un excelente compendio de lo que para TM significa la santidad cristiana, por ello dedicaré el cuarto capítulo de este trabajo a reseñar sus líneas fundamentales.

c.Tercera etapa: Finalmente, la tercera etapa de su obra escrita es un reflejo de la apertura creciente de TM a las experiencias espirituales de otras tradiciones religiosas, pero también de una profundización de la propia espiritualidad cristiana desde nuevas perspectivas, ahora mucho más amplias . En los escritos de esta etapa, que corresponde también a los últimos años de vida de Merton, se evidencia un espíritu más universal, y una inclinación a la sencillez, la humildad, el silencio, y otros valores comunes a las diversas tradiciones espirituales. También cada una de sus obras es un paso más en su viaje de exploración para encontrar el verdadero y auténtico yo del hombre nuevo, santo y sabio . Las obras de esta etapa tienen también un hondo sentido ecuménico y escatológico, y apuntan hacia la integración de la persona en la sociedad, a partir del descubrimiento de una nueva identidad. (por ejemplo: Místicos y maestros zen, o El zen y los pájaros del deseo)

viernes, 18 de septiembre de 2009

A la santidad por la escritura.




La Trapa no ha tenido una tradición literaria, y aunque Merton tenía cualidades como escritor, al llegar al monasterio supuso que dejaría atrás esos afanes. La voluntad de sus superiores fue, sin embargo, otra. El primer abad de Merton, Frederic Dunne fue quien estimuló a Merton para que escribiera; la última vez que Merton le habló, le aconsejó que siguiera escribiendo y que enseñara a los hombres a penetrar en el misterio del amor de Dios a través de sus libros (SJ, 114-115). Sus diarios han dejado constancia de sus frecuentes dudas respecto a este tema, y también su progresiva aceptación de que santidad y escritura estaban en él misteriosamente vinculadas (En la presentación de sus “Diarios”, Patrick Hart y Jonathan Montaldo hacen un excelente presentación acerca de cómo el hecho de llevar un diario durante la mayor de su vida hizo que Merton alcanzara una relación con Dios más profunda, orara mejor, se conociera a sí mismo, y nos dejara un testimonio valiosísimo de su búsqueda de la santidad. D1, 13-22). La escritura se convirtió para Merton en una disciplina espiritual, que le mantenía despierto, que lo empujaba cada vez más lejos, hacia una meta que se le anunciaba en el mismo proceso de escribir. Merton encontró a Dios en la escritura, y a través de ella maduró como monje. En septiembre de 1949 Merton escribió:


“Me parece que escribir, lejos de ser un obstáculo para la perfección de mi vida espiritual, se ha convertido en una de las condiciones de las que dependerá mi perfección. Si he de llegar a ser santo, y no existe nada que más desee, me parece que tendré que conseguirlo escribiendo libros en un monasterio trapense. Si he de alcanzar la santidad, no debo limitarme a ser un monje, que es lo que todos los monjes tienen que hacer para llegar a ser santos, sino además debo reflejar en el papel aquello en lo que me he convertido. La cosa puede parecer sencilla, pero no es una vocación fácil” .

(Dice Merton que se trata de ser un buen monje, ser él mismo, y escribir sobre ello; “ser una completa y santa transparencia: vivir, orar y escribir, a la luz del Espíritu Santo, desapareciendo yo enteramente para convertirme en propiedad pública, del mismo modo que Jesús es propiedad pública en la misa”. SJ, 266; SJ, 183).


La obra escrita de TM es abundante, casi 70 libros, y aun no está íntegramente traducida al español; aquí damos un listado breve de sus libros más importantes y el año de publicación: La montaña de los siete círculos (1948), Semillas de contemplación (1949), Ascenso a la verdad (1951), El signo de Jonás (1953), Los hombres no son islas (1955), Pensamientos en la soledad (1958), Cuestiones disputadas; La sabiduría del desierto (1960), Vida y santidad (1963), El camino de Chuang Tzu (1965), Incursiones en lo indecible; Conjeturas de un espectador culpable (1966), Místicos y maestros zen (1967) y El zen y los pájaros del deseo (1968).

jueves, 17 de septiembre de 2009

GRANDES MÍSTICOS.


San Simeón el Nuevo Teólogo (949–1022) es el último de los tres santos de la Iglesia Ortodoxa al que se dio el título de Teólogo de ahí que también recibiera el adjetivo de «Nuevo». Los otros son san Juan el Apóstol y san Gregorio Nacianceno. San Simeón fue un poeta que personificó la tradición hesicasta mística. Escribió que los seres humanos podían y debían experimentar a Dios directamente.  Sobre él habló Benedicto XVI en su última catequésis:

"Hoy nos detenemos a reflexionar sobre la figura del monje oriental Simeón el Nuevo Teólogo, cuyos escritos han ejercido un notable influjo sobre la teología y la espiritualidad de Oriente, en particular en lo que respecta a la experiencia de la unión mística con Dios. Simeón el Nuevo Teólogo nació en el 949 en Galacia, en Paflagonia (Asia Menor), de una familia noble de la provincia. Aún joven, se transfirió a Constantinopla para emprender los estudios y entrar al servicio del emperador. Pero se sintió poco atraído por la carrera civil que se le sugería y, bajo la influencia de iluminaciones interiores que iba experimentando, se puso a la búsqueda de una persona que le orientara en el momento lleno de dudas y perplejidades que estaba viviendo, y que le ayudase a progresar en el camino de la unión con Dios. Encontró esta guía espiritual en Simeón el Pío (Eulabes), un simple monje del monasterio de Studion, en Constantinopla, que le dio a leer el tratado La ley espiritual de Marcos el Monje. En este texto, Simeón el Nuevo Teólogo encontró una enseñanza que le impresionó mucho: "Si buscas la curación espiritual - leyó en él - estate atento a tu conciencia. Todo lo que ella te diga hazlo y encontrarás lo que te es útil". Desde aquel momento - refiere él mismo - nunca se acostó sin preguntarse si la conciencia no tuviese algo que reprocharle.
Simeón entró en el monasterio de los Estuditas, donde, sin embargo, sus experiencias místicas y su extraordinaria devoción hacia el Padre espiritual le causaron dificultades. Se transfirió al pequeño convento de San Mamés, también en Constantinopla, del cual, tres años después, llegó a ser cabeza, el higumeno. Allí condujo una intensa búsqueda de unión espiritual con Cristo, que le confirió gran autoridad. Es interesante notar que se le dio el apelativo de "Nuevo Teólogo", a pesar de que la tradición reservara el título de "Teólogo" a dos personalidades: al evangelista Juan y a Gregorio Nacianceno. Sufrió incomprensiones y el exilio, pero fue rehabilitado por el patriarca de Constantinopla, Sergio II.
Simeón el Nuevo Teólogo pasó la última fase de su existencia en el monasterio de Santa Macrina, donde escribió gran parte de sus obras, convirtiéndose en cada vez más célebre por sus enseñanzas y por sus milagros. Murió el 12 de marzo de 1022.
El más conocido de sus discípulos, Niceta Stetatos, que recopiló y volvió a copiar los escritos de Simeón, preparó una edición póstuma, redactando seguidamente la biografía. La obra de Simeón comprende nueve volúmenes, que se dividen en Capítulos teológicos, gnósticos y prácticos, tres volúmenes de Catequesis dirigidas a los monjes, dos volúmenes de Tratados teológicos y éticos y un volumen de Himnos. No hay que olvidar tampoco sus numerosas Cartas. Todas estas obras han encontrado un lugar relevante en la tradición monástica oriental hasta nuestros días". (Benedicto XVI)

martes, 15 de septiembre de 2009

Vida contemplativa y libertad.


"A menos que afirmemos a Dios como el que nos llama a la existencia, a la libertad y al amor que es la realización de esa libertad; a menos afirmemos a ese Dios, no afirmamos aquello sin lo cual la vida del hombre carece de significado.
Los monjes deben poder asegurar al mundo moderno que, en la lucha entre pensamiento y existencia, estamos del lado de la existencia, no en el de la abstracción. Pero ¿Podemos afirmarlo sinceramente? No lo se.
 Gran parte de la vida monástica y de la "espiritualidad contemplativa" no es necesariamente abstracta en sentido filosófico, sino que constituye un comportamiento artificial en el cual el pensamiento, encarnado en formas rituales, se opone a los hechos concretos de la existencia. Para convencernos de que llevamos una vida espiritual y contemplativa, ¿no convertimos en un fetiche la sumisión de las realidades de la existencia humana a formas y legalismos rituales?
Los monjes debemos poder asegurar al hombre moderno que Dios está a favor de la libertad. ¡Vaya declaración escandalosa! Pero ¡está en el Nuevo Testamento! ¿Como vamos a afirmar ante el mundo moderno el escándalo del Nuevo Testamento? Es aquí donde nos enfrentamos a la seriedad de nuestra vocación profética como algo distinto de nuestra vocación contemplativa.
 Sin duda alguna, este es el "mensaje" que el hombre debería dar al mundo. ¿Pero hasta que punto pueden expresarlo así los monjes? Al parecer, estamos tan comprometidos a respetar la ley como cualquier otro. ¡Más que otros! Multiplicamos las leyes. Vivimos una existencia altamente mediatizada en la que, en cualquier momento, la regla y el rito pueden sustituir a la experiencia y el encuentro auténticos.
 Nuestro encuentro con Dios debería ser, al mismo tiempo, el descubrimiento de nuestra libertad más profunda. Si nunca Lo encontramos, nuestra libertad nunca se desarrolla totalmente. Tan solo puede desarrollarse en el encuentro existencial entre el cristiano y Dios, o entre el hombre y Dios, ya que no sólo los cristianos encuentran a Dios. Todo hombre en cierto momento de su vida encuentra a Dios, y muchos que no son cristianos han respondido a Dios mejor que los cristianos. Nuestro encuentro con Él, nuestra respuesta a Su Palabra es la búsqueda y el reclamo de nuestra libertad más profunda, de nuestra verdadera identidad".
"Acción y contemplación", 138.
 Thomas Merton.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Merton, Margie, y otras sombras.


En 1965 Merton abandona el cargo de Maestro de Novicios y recibe autorización para vivir permanentemente en una ermita que se ha construido en terreno del monasterio(1) . No sin dificultades Merton vivirá esta nueva etapa de su vida, redescubriendo entre otras cosas el sentido de la soledad; será en esta etapa en la que Merton vivirá un episodio “singular” en relación con una enfermera que le cuida en una de sus estancias temporales en el Hospital de Louisville, y que en sus diarios, que recogen los pormenores de la historia, aparece identificada como M (2) . Fue ciertamente una prueba para él, que acabó superándola y aprovechándola en su proceso de maduración (3). El 13 de enero de 1968 hay un nuevo cambio de abad; esta vez es un condiscípulo de Merton, Flavian Burns; Merton había temido que le eligiesen a él, y había advertido que no aceptaría ser abad. El nuevo superior se muestra más abierto en relación a que Merton aceptara algunas invitaciones que le hacían desde diversos lugares del mundo.

En vida de TM, y después de su muerte, no han dejado de aparece, dentro de la propia Iglesia, voces que desacreditan y ponen en cuestión la obra y las opciones del monje trapense; aquí mencionamos las más frecuentes:

a. Respecto a la obediencia: Todos los que le conocieron coinciden en afirmar que, siendo un ser humano singular, de innumerables cualidades, pudo también ser en ocasiones una persona difícil para quienes convivieron con él. En especial, a lo largo de sus diarios, podemos apreciar las tensiones que aparecen regularmente con sus superiores, con la censura de sus escritos, y que no siempre era capaz de asumir en un primer momento. Sin embargo, también es patente en sus diarios y escritos personales que siempre Merton acababa asumiendo el deseo de sus superiores como voluntad de Dios para él, y a pesar de sus quejas frecuentes, reconocía cuan provechosa puede resultar a menudo la obediencia.

b. Respecto a su aventura con M: La publicación en la década del 80 del pasado siglo de la biografía oficial de TM, escrita por Michael Mott, reveló al gran público que el monje más famoso de América había tenido una intensa relación romántica con una mujer que le había cuidado mientras convalecía de una intervención quirúrgica en un hospital de Louisville. Según W. Skudlarek , este episodio, recogido por Merton en sus diarios, supuso una verdadera prueba para quien había elegido vivir en soledad y célibe por el resto de su vida, y reveló al mismo tiempo sus luchas interiores para conciliar su propósito vocacional con una profunda necesidad emocional de compañía y amor femeninos. Otros autores consideran que le ayudó a confirmar su vocación, al mismo tiempo que le hacía más humano y consciente de su vulnerabilidad. Según F. Beltrán, le permitió sanar una herida muy profunda que hasta ese momento le había imposibilitado acercarse realmente al mundo femenino , mientras que para J. M Valverde, Merton afrontó y superó la prueba más difícil de su vida, la tentación de ser “normal”, de reinsertarse en el mundo que había conocido mejor desde su apartamiento . Es evidente que Merton vivió este episodio desde una gran inocencia, que dejó constancia de él como señal de transparencia respecto de lo sucedido, y que revela la vulnerabilidad de quien era ya considerado un maestro para muchas personas en el mundo entero (4).

c. Respecto a su compromiso político: Cuando Merton comienza a participar, desde su condición de monje, en los debates públicos que se suscitaban en la sociedad norteamericana en la década del 60 del pasado siglo, se levantaron voces críticas, dentro y fuera de su familia religiosa, que negaban al monje trapense el derecho a opinar sobre temas tales, como el desarme, el racismo, el totalitarismo o la paz; incluso llegó a ser acusado de comunista. Merton, que mantuvo correspondencia con muchísimas personas de los más diversos credos políticos o religiosos, siempre tuvo una mirada crítica sobre el sistema capitalista y sobre cualquier régimen totalitario, pero entendía además que como monje debía ofrecer una palabra al mundo como signo de su compromiso con la sociedad secular (5)

d. Respecto a su apertura al mundo oriental: Muchos críticos de la obra de TM han considerado que su aceptación de la sabiduría espiritual de otras tradiciones religiosas suponía una clara evidencia de que Merton se alejaba de sus raíces católicas, e incluso no dudan en apostar que, de no haber muerto prematuramente, habría abandonado la Iglesia Católica. No creo que sea válida una afirmación tan radical, dada la evolución espiritual de Merton, que si bien mantuvo una palabra profética respecto a la institución eclesial, lo hizo desde el equilibrio, y afianzado siempre en sus profundas raíces monásticas católicas. Para TM su contacto con otras religiones suponía responder a la necesidad urgente de redescubrir la conciencia cristiana de un modo más afín al espíritu del hombre moderno, superando las categorías helénicas y un pensamiento platonizante. Esa nueva conciencia tendría que satisfacer al menos cuatro grandes conjuntos de necesidades humanas: necesidad de una comunidad más abierta y plural, que sea marco apropiado para relaciones humanas más genuinas; la necesidad de una comprensión adecuada del yo en la vida ordinaria, que es donde para TM reside la verdad, en el aquí y el ahora; la necesidad de una integración de todos los niveles o aspectos de la persona humana (corporales, imaginativos, emocionales, intelectuales, espirituales); y la necesidad de una liberación total para llegar a ser lo que realmente es, en una libertad sencilla y profunda, y una vida armónica . El acercamiento de Merton al mundo oriental no supuso de ninguna manera una renuncia a su itinerario y obra previa; Merton siempre se sintió católico y miembro de su comunidad contemplativa, y sus búsquedas las hizo siempre desde su experiencia cristiana.


Notas:
1. Para seguir todo el proceso de preparación a este momento, en el que finalmente TM conseguirá vivir como ermitaño, puede leerse: T. MERTON, Diario de un ermitaño. Un voto de conversación, Diarios 1964-1965, Buenos Aires, Lumen, 1998, 286 p.
2. M, es Margie, una joven estudiante de enfermería, a punto de graduarse, de ojos grises y cabellera negra, según apunta R. Cao Martínez, en su biografía, Ob. Cit., 110-116. Para leer directamente sobre el tema: D2, 171 y siguientes. Merton ingresa en el hospital el 23 de marzo de 1966, vuelve a su ermita el 10 de abril. La relación de Merton con Margie, duraría unos tres meses, aunque se vieron varias veces más, y mantuvieron luego algún contacto ocasional por teléfono hasta pocos meses antes de la muerte de TM. Sobre el sentido de este episodio aludiremos más adelante en este trabajo. Más información en: J. Forest, Thomas Merton. Vivir con sabiduría, Madrid, PPC, 1997, 189-197(Todo un capítulo del libro).
3. W. Skudlarek, “Camino de monje. Aprender a amar como célibe”, en: Célibes y libres para amar. Sabiduría práctica, Santander, Sal Terrae, 2008, 41-65. El autor dedica todo un capítulo de este libro a reflexionar en torno a este episodio de la vida del monje trapense.
4. W. Skudlarek afirma: “Naturalmente que hay quienes honradamente, y es muy posible que con toda razón, interpreten una experiencia de enamoramiento como señal de haberse equivocado al elegir el celibato, como signo de que el celibato no era el camino para que ellos llevaran a plenitud su humanidad y encontraran su modo de ir hacia Dios. Merton, sin embargo, no llegó a esta conclusión. Por fuerte que fuera la pasión, por estimulante que fuera el éxtasis, por peligrosas que fueran las circunstancias de su amor por M., él perseveró en su convicción de que su camino hacia la libertad y la plenitud pasaba por la soledad y el celibato. A veces esta convicción le aportaba paz; otras veces le desgarraba y le ponía al borde de la desesperación. Pero esa convicción nunca dejó de estar presente”. Ob. Cit. 62.
5. También otros creían que debía hacer más, incluso abandonar el monasterio, para implicarse directamente en las luchas sociales contra el racismo y la guerra. Merton resistió también esas presiones, insistiendo en que si era escuchado se debía al lugar que ocupaba, y que era desde su condición monástica que podía ofrecer su servicio.

 Como he dicho en otras ocasiones este blog nació hace casi tres años con la sencilla intensión de dar a conocer en la red la obra de Thomas Merton, de extender su mensaje, de dar a conocer su vida. Esto, sin más pretensiones que las de un lector que desea compartir sus lecturas, y dialogar con otras personas en relación con los temas que Merton propone, y que considero importantes para la renovación espiritual, tanto personal como a nivel comunitario. No tenía idea de que encontraría tanta "mala leche", como suelen decir los españoles. Más que reflexiones, ideas enriquecedores, encuentro en buena parte de los comentarios al blog insultos, prejuicios, burlas, y otras lindezas que no creo valga la pena perder el tiempo en leer. He dicho siempre que el dialogo supone respeto mutuo, escuchar al otro, compartir ideas y visiones, pero no desde una descalificación pobre y simplista, sino desde la búsqueda de elementos comunes. Algunos que pasan por acá tienen evidentes prejuicios respecto a mi condición de sacerdote, como también ante religiosas que dejan sus comentarios; siendo así, no parece que haya posibilidad de entendimiento, y no creo sea mío el problema, puesto que entre mis amigos y amigas (gracias, estoy seguro, a ser cubano y haber recibido allí la fe), tengo sacerdotes, religiosas, pastores de diversas denominaciones, santeros, militantes comunistas, agnósticos y ateos.
Luego de pensarlo con detenimiento he decidido incorporar al blog la opción de la moderación de comentarios, y simplemente dejar que aparezcan aquellos que traten el tema que se propone en cada entrada, con respeto, y consideración por las ideas de los demás. No se eliminará ningún comentario por decir lo contrario, sino por la manera en que se dice. Si esto no es suficiente eliminaré definitivamente la posibilidad de dejar comentarios en el blog, con perdón de aquellos amigos y amigas que con fidelidad pasan por acá y contribuyen al dialogo y crecimiento espiritual de todos. Ya encontramos otros modos de seguir en contacto.

sábado, 12 de septiembre de 2009

La SANTIDAD, punto de partida.

Hoy los seres humanos nos debatimos con los problemas de siempre, ahora tecnologizados, multiplicados y globalizados; deseamos crecer, progresar, alcanzar nuevas metas, pero al mismo tiempo debemos conservar, cuidar, y desarrollar lo mejor de nosotros. Vivimos en lo que se ha dado en llamar “post-modernidad” , período amenazado por dos grandes males: el fundamentalismo y el relativismo. Los cristianos, en medio de todo esto: ¿Qué podemos y debemos hacer? No creo que valgan aquí respuestas simples, y no pretendo darlas, pero pienso, eso sí, que recuperar para nuestro tiempo el ideal cristiano de santidad, y presentar modelos actuales, creíbles y cercanos, puede ayudar a poner de nuevo los valores evangélicos como semilla y levadura para el Reino, en medio de nuestro tiempo y nuestro mundo.
La santidad ha estado presente siempre en mi camino de fe, y no he dejado de buscar cuanto me permitiera ahondar un poco más en esa llamada. El Concilio Vaticano II nos recordó a todos que el cristiano está llamado a ser santo ; mi pregunta, como converso, formado en un ambiente totalmente ajeno a la religión, fue siempre: ¿Es posible? ¿Es algo más que un bello ideal? ¿En que se distingue de las promesas de un futuro mejor y del hombre nuevo que pretende construir el “humanismo” marxista? Fui descubriendo que en la presentación de la santidad utilizamos imágenes, figuras, conceptos, que no siempre acercan el ideal al pueblo de Dios, por el contrario, hacen más distante la posibilidad, ya no de alcanzarlo, sino siquiera de aspirar a él.
Creo que es importante recuperar la palabra “santidad” en todo su peso, antropológico, teológico y espiritual, iluminando esta realidad desde una adecuada comprensión bíblica, y, aprovechando la rica tradición que en este campo tiene la Iglesia, proponer constantemente, con palabras nuevas, este ideal cristiano de pertenencia a Dios y seguimiento. La santidad ha de ser un imperativo permanente en nuestra vida; no podemos ni debemos renunciar a invitar a la santidad; esto ha de hacerse necesariamente desde el corazón mismo de la existencia humana. La santidad no puede ser presentada hoy al margen de la realidad concreta que vivimos, como algo intemporal, sino que debemos dar con la idea y encarnación de santidad que responda mejor a los deseos del que llama siempre a la santidad en un tiempo y lugar determinado.
 (Tomado del primer capítulo de la Tesina "Vida y santidad en TM")

jueves, 10 de septiembre de 2009

Una teología que acabe en desamor no puede ser cristiana.

"Lo que es nuevo en la teología moderna no es el mensaje esencial, sino nuestro modo de repensarlo, nuestro descubrimiento, en él, de perspectivas que habíamos perdido"


"Ha de haber teología, y la teología ha de ser abstracta, al menos hasta cierto punto. Lo que importa es que el propio teólogo no trate con una fría "desencarnación", un Cristo mental que ya no le sea visible cuando encuentra a su prójimo. El pecado de la mala teología ha sido ese precisamente: poner a Cristo contra el hombre, y considerar a todos los hombres de carne y hueso como "no-Cristo": dividir a los hombres arbitrariamente según su conformidad con nuestro propio Cristo limitado, mental y desencarnado, y decidir sobre esa base que la mayor parte de los hombres son "anti-Cristo". Eso deja al descubierto a nuestra teología. En tal momento, no tenemos que poner en discusión a la humanidad, sino a nuestra teología. Una teología que acaba en desamor no puede ser cristiana".


"Lo que necesitamos es una comprensión más profunda de Cristo y del misterio de su presencia en el mundo, en el hombre".


Thomas Merton
"Conjeturas de un espectador culpable", 298-300.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

GRACIAS!!!

 Luego de todo un año de trabajo finalmente ya he entregado mi tesina en la Universidad de Comillas, bajo el título de "Vida y Santidad en Thomas Merton"; espero discutirla a mediados de este mes. Es, creo, otro de los frutos que la lectura de TM me ha dejado, junto con este blog, excelentes amigos, y un largo etcétera. Seguramente algo de ella aparecerá por acá en algún momento. Gracias a todos los que han hecho posible, con su ayuda, su apoyo o su oración, que este esfuerzo esté llegando, con buen pie, a su etapa final.

martes, 8 de septiembre de 2009

Hoy, 8 de septiembre, los cubanos celebramos a María, bajo el título venerado de NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD DEL COBRE. En todos los templos del país la imagen pequeña de la Virgen ocupa un lugar especial, y en su hermoso santuario (También sencillo y humilde como el menos de sus hijos) llegan los peregrinos para ofrecerle sus flores y sus ruegos. También Thomas Merton llegó a ese lugar una vez para pedir por su sacerdocio, y escribió así acerca de ello:
“Después de haber cruzado la línea divisoria, y mientras descendíamos por los verdes valles hacia el mar Caribe, divisé la amarilla basílica de Nuestra Señora del Cobre, irguiéndose por encima de los tejados de zinc del pueblo minero situado al fondo de un profundo y verde valle rodeado de riscos defendida por peñascales y empinadas pendientes cubiertas de matorrales.

¡Ahí estás, Caridad del Cobre! Es a ti a quien he venido a ver. Tú le pedirás a Cristo que haga de mí su sacerdote, y yo te daré mi corazón, Señora. Y si me alcanzas ese don del sacerdocio, yo te recordaré en mi primera Misa, de modo que ésta será en tu honor y ofrecida a través de tus manos, en agradecimiento a la Santísima Trinidad, que se ha servido de tu amor para concederme tan inmensa gracia”.
Hago mía la suplica de Merton a la Virgen:

 
“Tú le pedirás a Cristo que haga de mí su sacerdote y yo te daré mi corazón, Señora”.

 
Que María de la Caridad nos alcance el don incomparable de la fe y de la oración íntima y contemplativa, que es unión de amor con la Trinidad Santa.

Progresistas y conservadores III.

"La negativa de los progresistas extremados a prestar atención a ninguna enseñanza tradicional que les diera una base común para la discusión racional con los conservadores es también escandalosa, sin duda: sobre todo cuando va unido a un arrogante triunfalismo propio y cuando no hace más que ridiculizar a toda oposición. Eso no sólo es necio, sino que parece mostrar una seria falta de ese amor a que frecuentemente apelan para justificar su actuación. Aunque gritan continuamente sobre "apertura", uno les encuentra herméticamente cerrados a sus compañeros de catolicismo y al propio pasado de la Iglesia, y tiene alguna validez la acusación conservadora de que esos progresistas extremados a menudo están más abiertos al marxismo, al positivismo o al existencialismo que a lo que se reconoce generalmente como verdad católica.
 Se ha observado con acierto que conservadores y progresistas de la Iglesia están tan preocupados con la victoria total, los unos sobre los otros, que cada vez se cierran más unos a otros. Si así es, uno se pregunta sobre el valor y la significación de la trompeteada "apertura" a los no católicos. Un ecumenismo que no empiece con la caridad dentro de la propia Iglesia sigue siendo discutible".
Thomas Merton
 "Conjeturas de un espectador culpable", 290-291
Con esta entrada termino de compartir este pasaje de TM dedicado a comentar la situación de enfrentamiento en el postconcilio, y el juicio que le merecía. Ahora cada uno léalo y saque para sí la enseñanza que quiera; en este blog nunca se ha idealizado a Merton, ni creo tampoco manipularle al servicio de nadie; tampoco tiene pretenciones catequísticas. Me gusta Merton, y he querido compartir dede hace más de dos años mis lecturas y reflexiones sobre su obra para ayudar a que sea más conocido. LLeva, claro está, mi impronta personal, es el reflejo de mi visión y mi trayecto espiritual;  por supuesto que podrían traerse textos diferentes, comentarios distintos, pero ya ese sería otro blog, no el mío. Ojalá que esa insatisfacción sirva de estímulo para que aparezcan en la red otros espacios que den a conocer las ideas y propuestas espirituales de este maestro espiritual católico.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Progresistas y conservadores II

  Para comprender estos textos que compartimos es importante tener en cuenta el contexto en que fueron escritos, el período postconciliar, marcado por fuertes debates intraeclesiales y diversas interpretaciones de lo que el Concilio proponía; sin embargo, dado que aquellos tiempos aun nos tocan y nos alcanzan, podemos extraer interesantes conclusiones de lo que Merton escribe, desde su posición de contemplativo; no es, como sugiere algún comentario, una posición sin compromiso, sino la mirada de un maestro que se niega rotundamente a dejarse encasillar en bandos o grupos particulares, de un tipo o de otro. Por ello, en estos pasajes, reconoce los límites de ambas posturas "extremas", y es significativo que cuando habla de conservadores o progresistas añada el calificativo de "extremos", pues al comienzo reconocía como algo normal que dentro de la comunidad cristiana podían coexistir diversas posturas.
"Los progresistas extremados me parecen, en lo que puedo juzgar dentro de la extremada pobreza en mi información, apresurados, irresponsables, y, en muchos sentidos, frívolos en sus entusiasmos exagerados y confusos. También me parecen a veces fanáticamente incoherentes, pero no percibo en ellos la heladora malicia y la bajeza que se nota en algunas expresiones de los conservadores extremos.
 Lo que más me inquieta es el hecho de que los progresistas, aunque quizá mayoría, no parecen tener la dureza terca y concertada de los conservadores. Los conservadores extremados me parecen personas que se sienten tan amenazados que están dispuestos a llegar a lo que sea con tal de defender su concepto fanático de la Iglesia. Este concepto no sólo me parece estático e inerte, sino en completa continuidad con lo que es más discutible e incluso escandaloso en la historia de la Iglesia: Inquisición, persecusión, intolerancia, poder papal, influjo clerical, alianza con el poder mundano, amor a la riqueza y a la pompa, etc. Esta imagen de la Iglesia ha llegado a ser un escándalo, y esos están empeñados en conservar el escándalo a costa de un escándalo mayor.
 Para empezar, mientras que ellos son siempre los que más chillan sobre autoridad y obediencia, parecen sorprendentemente reacios a practicar la más elemental obediencia o a exhibir la más rudimentaria fe en que el Concilio esté guiado por el Espíritu Santo, en cuanto se decide algo que ellos no aprueban. Están tan convencidos de que ellos son la Iglesia que casi están dispuestos a declarar virtuales apóstatas a la mayoría de los obispos, antes que obedecer al Concilio y al Papa. Al mismo tiempo, claro, su histerismo hace pensar que les cuesta algún trabajo arreglárselas con los remordimientos que esto provoca inevitablemente en ellos".
 Thomas Merton
"Conjeturas de un espectador culpable", 289-290.
No termina aquí; aun falta un poco más.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Progresistas y conservadores I.

"Junto con la gran obra del Concilio,  ha habido un hecho concreto muy conturbador, el del endurecimiento de la división entre progresistas y conservadores. Esa división es algo más de lo que uno espera naturalmente donde hay hombres que, por temperamento y por sociología, tienden a alinearse a derecha e izquierda. La división es lo bastante profunda y agria como para que algunas personas muy sanas y responsables, obispos incluidos, mencionan aun la posibilidad de cisma.
 Eso a primera vista parece increíble, pero he visto algunas cosas que se han escrito en ambos bandos, y no hay duda de que existen profundas incomprensiones, hondas divisiones, tercas negativas e incluso odios.
 Por desgracia, nada de eso es nuevo. Tenemos la historia de la Iglesia y de la civilización cristiana para demostrar que eso tiene una larga genealogía. Pero no se puede despachar con ligereza.
 En todo caso, uno de los grandes problemas después del Concilio será sin duda la división entre progresistas y conservadores, y eso puede resultar bastante feo en algunos casos, aunque quizá sea también una fecunda fuente de sacrificio para quienes están decididos a buscar la voluntad de Dios y no la suya propia. No hablo aquí de obispos, sino de sacerdotes corrientes, teólogos y pueblo seglar, y todos los que manifiestan sus opiniones de un modo u otro.
 Por mi parte, no me considero ni conservador ni progresista extremado. Me gustaría pensar que soy lo que fue el Papa Juan, un progresista con profundo respeto y afecto a la tradición; dicho de otro modo, un progresista que quiere conservar una continuidad muy clara y señalada con el pasado, y sin hacer compromisos tontos e idealistas con el presente, pero estar completamente abierto al mundo moderno a la vez que conservar la posición claramente definida como tradicionalmente católica".
 Thomas Merton.
"Conjeturas de un espectador culpable", 289.

jueves, 3 de septiembre de 2009

SIMONE WEIL: CIEN AÑOS.

Alicia Gómez de Pablos es la autora del siguiente comentario sobre una escritora del pasado siglo de la que he hablado en este blog; el siguiente texto lo he tomado de "El Ciervo" (Blog), y quiere servir de motivación para quienes no le conozcan.

"A un siglo del nacimiento de una de las pensadoras más importantes que
ha dado Europa, he aquí algunas claves para conocer quién fue esta
peculiar mujer que ocupa un puesto privilegiado en la historia del
pensamiento crítico del siglo xx.
De dónde procede: nació en París, en febrero de 1909, en el seno de
una culta familia burguesa y agnóstica de origen judío. Su padre fue
un afamado médico y su hermano un brillante y genial matemático.
Cuál fue su formación: se la considera discípula de Alain desde los 16
años. A los 19 ingresa en la universidad con la nota más alta –seguida
de Simone de Beauvoir– para estudiar filosofía, literatura clásica y
griego. Se interesó de forma notable por la política y las religiones,
especialmente la católica.
A qué se dedicó: recién graduada, trabajó como profesora en varios
institutos femeninos pero también fue sindicalista, obrera de la
Renault, periodista en Alemania, cocinera en la Guerra civil española,
campesina en Marsella y voluntaria en Londres durante la Segunda
Guerra Mundial.
Cómo y cuándo murió: en agosto de 1943, cuando contaba 34 años, murió
de tuberculosis en un hospital de las afueras de Londres. Se
encontraba sola pues su familia había tenido que huir a Estados Unidos
tras la ocupación nazi de Francia.
Cuál es su legado: desde su desafío a la ortodoxia, dejó multitud de
escritos en los que se revela la inteligente filósofa, la rebelde
mística y la radical crítica social que fue. Casi todas sus obras
fueron recopiladas y publicadas póstumamente. Los libros más
interesantes son La gravedad y la gracia, A la espera de Dios y
Pensamientos desordenados".
(Los tres son de Editorial Trotta y cuestan
entre 10 y 15 euros).

miércoles, 2 de septiembre de 2009

NUEVO LIBRO DE THOMAS MERTON.


Un nuevo libro de Thomas Merton, en Sal Terrae, recomendado a todos los que pasan por el blog:
«Este libro, imaginado y dado a luz por Kathleen Deignan, reúne algunos de los más bellos y reveladores pasajes de las obras de Thomas Merton, dispuestos a modo de oraciones para rezar cada día de la semana al amanecer, por la mañana, por la tarde y por la noche. El resultado es una versión contemporánea de la tradicional forma de libro de oración que llamamos “Libro de las Horas”.
Tienes en tus manos un libro que no es sino un modo de unirte a Merton en la senda de la escucha. Tengo la sensación de que Thomas Merton está cerca de alguna manera, esperando, con cada una de las cosas que dice, animarte a no dudar de lo que Dios puede hacer contigo, de lo que Dios puede expresar a través de ti, si te entregas a Él en el silencio».
(Del Prólogo de JAMES FINLEY)
El Libro de las Horas es la primera obra que organiza enteramente los escritos de Merton como fuente para la oración y la contemplación. Maravillosamente concebido e inteligentemente realizado, El Libro de las Horas es un manual de mística y una guía para la formación de la conciencia

Un cuerpo sin hogar.


"Mi primera obligación es ser yo mismo y seguir la gracia de Dios y no permitirme convertirme en cautivo de alguna idea idiota sobre la vida eremítica o de cualquier otro tipo. Lo que importa no es la espiritualidad ni la religión ni la perfección ni el éxito o el fracaso en esto o en aquello, sino simplemente Dios y la libertad en Su Espíritu. Todo lo demás es pura estupidez. Qué a menudo veía esto el último año y anteriores simplemente con salir por la tarde, porque entonces estaba desligado, desidentificado, y la ermita era una especie de lugar de nadie. Ahora lo terrible es que se ha convertido en un hogar muy definido. Pero, dado que soy un cuerpo sin hogar, estar atado a un lugar me desasosiega. Pero estoy seguro de que, con la gracia de Dios, todo ello se asentará por sí mismo, y puedo tratar el lugar como cualquier otro hueco en el muro que "no es mío". Aunque debo admitir que está lleno de un montón de libros y tonterías. Aquí es donde pienso que el ayuno será importante. Simplificar las comidas que tomo aquí ya ha ayudado bastante.
 No tengo paciencia con los deseos. ¡Ojalá el Espíritu Santo me dé verdadera libertad!
  Thomas Merton.
Diarios: 28 de agosto de 1965
En este texto podemos intuir el trabajo interior de  TM, para discernir lo verdadero de lo transitorio. Hay una intuición importante acerca de la superación de los conceptos, que son parte de una complejización racional de la realidad para alcanzar la simplicidad, que es el camino común de todos los maestros espirituales. También está lo refererido a la propia identidad, y la pertenencia a un lugar, a un "hogar". Estas no son recetas, que pueden asumirse de hoy para mañana, sino luces para acompañar el itinerario personal de cada uno.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.