Seguidores

sábado, 7 de agosto de 2010

AUSENCIA Y PRESENCIA

“La oración también debe verse a la luz de otra experiencia fundamental: la ausencia de Dios. Ya que si bien Dios está inmanentemente presente, también es trascendente, lo que significa que Él se halla totalmente más allá del alcance de nuestra comprensión. Ambas, ausencia y presencia, se unen en el conocimiento amoroso que sabe porque no sabe (Expresión tradicional del misticismo). Cada vez es más común que la gente moderna se duela de una sensación de ausencia, desolación e incapacidad siquiera de querer rezar o pensar en Dios. Descartar superficialmente esta experiencia como la muerte de Dios (como si en lo sucesivo Dios ya no viniera al caso) equivale a pasar por alto un hecho muy importante: que esta sensación de ausencia no es algo unilateral; es algo dialéctico e incluye a su contrario, es decir, la presencia. Y aunque se vea afectada por la duda, contiene una profunda necesidad de creer.

A lo que quiero llegar es a esto: la experiencia de la vida contemplativa en el mundo moderno muestra que para muchos hombres modernos, lo más decisivo para la disciplina contemplativa y meditativa y para la vida de oración, es precisamente esta sensación de ausencia, de desolación e incluso de aparente incapacidad de creer. Subrayo la palabra aparente porque, si bien esta experiencia puede ser para algunos extremadamente dolorosa y confusa, capaz de dar lugar a todo tipo de problemas religiosos cruciales, puede muy bien ser un signo de autentico crecimiento cristiano y un punto de evolución decisiva en la fe, para quienes sean capaces de resolver esta cuestión.

La manera de resolverla no consiste en regresar a una etapa anterior y menos madura de la fe, afirmando e imponiendo obstinadamente los sentimientos, aspiraciones e imágenes que eran adecuados para la infancia y la primera comunión. Debemos superar, en un nuevo nivel de meditación y oración, esta crisis de fe y, a través de la experiencia, avanzar hacia una integración personal y cristiana más completa”.

Tomado de “Acción y contemplación”, Pág. 87-95.

THOMAS MERTON

1 comentario:

San dijo...

Sentir una ausencia es deseo del encuentro, un impulso hacia la búsqueda. Experimentar la ausencia es, en cierto modo, reconocer la Presencia. Además, la visión del sol siempre puede salir renovada tras un eclipse. Así puede ocurrir con nuestra fe, una vez que logramos desplazar los velos que nos impiden ver el rostro de Dios.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.