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lunes, 16 de agosto de 2010

El contemplativo que abraza al mundo.

Lo singular, lo que me resulta más atrayente de TM es que, desde su condición de monje trapense (y según nuestros modelos de pensamiento, apartado de la vida, para entregarse a Dios), estuvo al tanto de lo que se cocinaba en el mundo de su tiempo, y fue la voz crítica que, desde la Iglesia callada y profunda, alertó a quienes no veían la contradicción existente entre evangelio y racismo, violencia, guerra y mentira. No faltan aun hoy hombres y mujeres que, buscando la fe, dan la espalda al mundo en que viven; esa fue también, en un principio, la tentación de TM, pero, en su proceso de maduración espiritual, se reconcilió y comprendió que el mundo que había despreciado estaba dentro de él, y necesitaba ser amado, como Dios lo amaba, para ser transformado y redimido. En estos días vuelvo a leer, por segunda vez, uno de los libros de TM que más he disfrutado: “Conjeturas de un espectador culpable”; no llega a ser un “diario”, pero tampoco es un libro de ensayos. Habla de espiritualidad y de política; es TM quien escribe, pero cita a los autores a los que va leyendo. Así lo define: “Este libro consiste en reflexiones personales, intuiciones, metáforas, observaciones y juicios sobre lecturas y sucesos. El material está tomado de cuadernos de notas que he llevado desde 1956. Aunque son personales y coloquiales y representan mi propia versión del mundo, estos apuntes no tienen el carácter íntimo e introspectivo propio del diario espiritual. Ciertamente, aquí no hay nada privado ni confidencial”. Se trata, en definitiva, de una meditación suya acerca del mundo en que vive, la meditación de un ser humano, en su condición de monje contemplativo católico; si esto último le singulariza, no por ello le aparta del conjunto de la humanidad, pues TM no deja de advertirnos a cada momento que, allí donde está, en su atalaya, está siempre “abierto a la vida”, y en solidaridad con el mundo y los hombres y mujeres que habitan en él, sus hermanos.

Para hacernos idea de lo que TM prepara en estas páginas, propongo fijarnos en los nombres propios que se suceden en ella: Kart Barth, Mozart, St. John Perse, Mark Van Doren, poetas brasileños, Ernesto Cardenal, Carlos Andrade, Alfonso Reyes y Neruda, San Benito, Isaac de Stella, Kart Marx, Newman y Fenelón, A.K. Coomaraswamy, Duns Scoto, Etienne Gilson, Albert Schweitzer, Simone Weil, Dalai Lama, Chuang Tzu, Jean Giono, Emmanuel Mounier, Castro, Mao, Kruschev, Juan Crisóstomo,Theilard de Chardin, Romain Rolland, Meister Eckhart, Gandhi. Esto es sólo en la primera parte del libro, y es una muestra de la amplitud de miras del escritor de estas páginas que recomiendo encarecidamente.

 
Una pregunta aparte: ¿Has leído “Juan Cristóbal”, de Romain Rolland? Es uno de los libros que más he disfrutado en mi vida. Inolvidable.

2 comentarios:

Escalante dijo...

No he tenido la "suerte" de leer algún libro de TM; espero tener ese privilegio pronto. Saludos!

San dijo...

También para mí lo más atrayente de TM es su apasionado abrazo al hombre, a la vida, al mundo de su momento. Además, un abrazo con voz profética y comprometida con la causa de la paz y la justicia.
Impresionante también su bagaje cultural y su peso intelectual. Como muestra, los “botones” que has elegido para esta entrada, Manuel.
¡¡Y cómo no gozar con el héroe de Rolland, Jean Christhophe!! Un maravilloso paseo, en diez etapas, por una época histórica, y por las geografías exteriores e íntimas de este gran personaje: enamorado de la música, soñador de paz y de esperanza en la reconciliación de la humanidad, buscador de la armonía, romántico, libre. Una obra descomunal, que se disfruta en los ratos de lectura y también en los momentos en que dejamos “reposar” las páginas. Con esta historia, Rolland me despertó reflexiones, preguntas y emociones, y sembró el deseo de disfrutar con reencuentros: Gandhi, Tolstoi, Dante, Werther, Beethoven... y toda la filosofía que hay en ellos.
Ahora recuerdo algo que dijo Eduardo Mendoza en una entrevista: “Si tuviera que llevarme un solo libro a una isla desierta, preferiría ahogarme en el naufragio”. Creo que esto lo pensamos los que vivimos los libros, porque además de leerlos, con los buenos libros, nos leemos.¿O no?

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.