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sábado, 19 de marzo de 2011

THOMAS MERTON, según el P.Segundo Llorente, S.J. (3)

“En septiembre de 1968 una llamada telefónica de Anchorage me informó que al día siguiente me haría una visita el P. Merton. Me parecía imposible creerlo. En efecto, al día siguiente al terminar la santa misa entré en mi residencia y allí estaba el P. Merton rezando el breviario tan devoto y calladito. Mire usted –le dije- si será bueno Dios; porque no se me habría ocurrido ni soñar que yo le pudiera ver a usted jamás; y hoy me lo trae Dios a mi misma casa, como en bandeja de plata. Se ruborizó momentáneamente y se quedó mirando algo perplejo. Le dije que él, que había escrito tan largamente sobe humildades verdaderas y falsas, tenía que arreglárselas ahora para mantenerse humilde. Nos reímos sonoramente y con eso me presenté a él, porque él no tenía que hacer ninguna presentación. Hablaba español pasablemente, pero conversamos en inglés. Me dijo que para entender a San Juan de la Cruz en el original estudiaría cualquier lengua en la que hubiera escrito el Santo. San Juan de la Cruz había tocado los límites de lo que es la esencia del cristianismo puro. Merton le había asimilado pero, pero –me decía- él fue él y yo soy y cada uno es cada uno. Dios no se repite en ningún santo. Yo asentía con la cabeza y con el corazón. ¡Gran verdad!

Me puse a preparar un desayuno de huevos fritos y café con leche mientras él terminaba el Breviario. Sentados ya a la mesa noté que tenía buen apetito y se lo alabé. Mente sana en cuerpo sano. Y Napoleón dijo que los regimientos marchan sobre sus estómagos, aunque en español no suena muy bien. Brevemente Merton me explicó la razón de su visita a Cordova la de Alaska. Su abad le había dado permiso para levantar una ermita en Alaska que más tarde podría convertirse en abadía. Andaba buscando un sitio a propósito. Los que había explorado no le convencían. En el arzobispado de Anchorage le dijeron que en Cordova había vistas fantásticas y telúricas soledades. Él buscaba un sitio aislado, pero cerca de una población donde hubiera católicos, para pasar con ellos los domingos y días festivos, o para ayudar al párroco en esos días. Le aseguré que nada más terminar el desayuno le llevaría por los alrededores, donde sin duda halaría lo que buscaba. Pero el desayuno duró cerca de dos horas de charla en la que naturalmente él hizo el gasto".
(Continuará...)

1 comentario:

San dijo...

Sigue siendo coloquial y entretenida esta narración. La casualidad te hizo descubrir un texto realmente peculiar sobre Merton, Manuel.
La anécdota en torno a Juan de la Cruz creo que refleja la gran inteligencia mertoniana: “muy grande el santo, pero él era él, y yo soy yo… y Dios no se repite en ningún santo…”. Y es que la “clonación” creo que, al menos en espiritualidad, no es un buen “invento”.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.