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domingo, 10 de abril de 2011

CONVERSOS

A UN RECIÉN CONVERSO: “¿Qué le puedo decir de la Iglesia? Usted ha tenido mucha paciencia con sus deficiencias humanas, y esa paciencia también es don suyo. Su carta refleja la extraordinaria serenidad con que el converso lo acepta todo. Y hay que aceptarlo. En cierto sentido, es verdad que uno entra sólo con una venda en los ojos, una venda que uno se ha puesto y conserva. Hay que rehusar sentirse agitado por tantas cosas. Y tiene razón en rehusar. Son cuestiones absurdas y temporales que, en las perspectivas escatológicas, que son las verdaderas, han de desvanecerse para siempre junto con muchas cosas que son preciosas y que en sí mismas no tienen nada de absurdo.

La Iglesia no es de este mundo, y nos lo recuerda con ufanía cuando intentamos moverla en algún sentido. Pero, por otra parte, los que estamos en el mundo somos de la Iglesia y también tenemos obligación de hablar claro y decir que la Iglesia no es de este mundo cuando su negativa resulta ser, de hecho, la negativa a moverse de una sólida e inalterable posición mundana. El apremio con que he gritado lo que quería decir es debido al hecho de que sabía que no seguiría mucho tiempo gritando, y, en efecto, ya se han acabado los gritos. Quizá vea usted un número de Blackfriars, un día de estos, con el último eco de mis gritos. Pero volviendo a usted y a Emy, estoy muy contento por ustedes. Sean fieles al Espíritu de Dios y a Cristo. Lean a veces los profetas, y recorran los y San Pablo y vean lo que hay allí: esa es su vida. Se les llama a una vida totalmente nueva, elevada, transformada en el Espíritu de Cristo. Una vida de sencillez y de verdad y de alegría que no es de este mundo. Sean siempre benditos en ella, ustedes y los niños. Les envío todo mi amor y bendiciones”.

(Semillas de destrucción, 248-249)

1 comentario:

San dijo...

Una notas sugerentes, interesante tenerlas en cuenta en la aproximación y comprensión de la psicología espiritual y la vivencia religiosa de los conversos.
Siempre nos acercas "platos sabrosos", Manuel.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.