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martes, 13 de septiembre de 2011

CUANDO JESÚS NOS HACE REÍR

"CUANDO una persona alza su mirada hacia Él, hacia Jesucristo,
le sobreviene una transformación, en comparación
con la cual la mayor revolución es una nimiedad.
Consiste, sencillamente, en que quien alza la mirada hacia
Él, cree en Él, puede llamarse y ser aquí en la tierra hijo de
Dios. Es ésta una transformación interior que, sin embargo,
resulta imposible que se quede en algo puramente interior.
Por el contrario, cuando se produce, se abre paso
con fuerza hacia fuera. A esa persona le amanece una gran
luz, intensa y constante. Y precisamente esa luz se refleja
en su rostro, en sus ojos, en su conducta, en sus palabras y
en su manera de comportarse. A una persona así, incluso
en medio de sus preocupaciones y sufrimientos, pese a todos
sus suspiros y gruñidos, se le causa una alegría: no una
alegría gratuita y superficial, sino profunda; no pasajera, sino
permanente. Y precisamente esa alegría lo convierte,
aun cuando esté triste y sus circunstancias sean igualmente
tristes, en una persona de la que, en el fondo, se adivina
que es una persona alegre. Digámoslo con franqueza: ha
recibido algo por lo que reír, y no puede reprimir esa risa
ni siquiera cuando, por lo demás, no tiene nada de qué reír.
No se trata de una risa malvada, sino bondadosa; ni de
una risa sarcástica, sino amable y consoladora; tampoco es
una risa diplomática, como se ha hecho habitual en el ámbito
de la política, sino una risa sincera, procedente de lo
más profundo de su corazón".

Kart Barth.

1 comentario:

San dijo...

Leyendo este fragmento escrito por Barth, viene a mi cabeza una frase que una persona muy especial para mí me escribió esta tarde. Al leerla floreció en mí la alegría. Es una frase inspirada en un poema de Neruda, y en el Uno y Misterio que todo Es, llega y viene aquí, a Dios, como todo lo que nace en amor y por amor. La frase es “…desde que tú me amas no me parezco a nadie…”, del poema XIV, que termina diciendo así: “…me gustaría hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos”. Pues eso, experimentándonos amados por Dios ya no somos lo mismo, no somos solos, no nos parecemos a nadie, porque somos únicos en el Amor. Porque Dios hace con nosotros lo que la primavera con los cerezos: florecemos en estallidos de sonrisas. Flores de consolación, perfume de esperanza.

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.