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jueves, 29 de marzo de 2012

LA VERDADERA NEGACIÓN

Casi terminando el tiempo de preparación a la Pascua traigo estos textos breves de TM en torno al tema de la renuncia del cristiano y su participación en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Sirvan como motivación para redescubrir nuevas formas de participar, personal y eclesialmente, en la Vida Nueva de Jesús.


“Cualquiera que sea el modo y la medida de auto negación que Dios nos pida (y esta es una cuestión que no se puede decidir realmente sin oración y dirección espiritual), todo ascetismo cristiano está caracterizado por la integridad y el equilibrio”. (146)

“El deseo de obras ascéticas que pacifiquen nuestros ánimos y nos dé una sensación de logro puede resultar de hecho una escapatoria de la verdadera negación radical de uno mismo que nos exige Dios”. (146)

“El verdadero asceta no es uno que nunca se afloja, sino uno que se afloja en el momento oportuno y en la medida oportuna, que ordena toda su vida, bajo la guía directa del Espíritu Santo, de modo que actúa cuando Dios quiere que actúe, que descansa cuando Dios quiere que descanse, y que reza constantemente mientras tanto, con una mirada sencilla y amorosa que mantiene su corazón y su mente unidos con el Espíritu que reside en su interior”. (146)

“La negación de sí mismo es inútil si no abre los oídos de nuestro corazón para que obedezca a la voluntad de Dios que nos ordena asumir nuestro lugar en el tiempo, en la historia y en la obra de edificar su reino de amor y verdad”. (144)

“Nuestra salvación no se ha de encontrar en el ascetismo sólo sino en la cruz de Cristo. La negación de sí mismo, por rigurosa que sea, carece de todo significado cristiano si se prescinde de la cruz y la resurrección de Cristo”. (148)

“La Cuaresma es una época de mortificación y de renuncia: no sólo porque los cristianos descubrieran que un poco de ayuno en primavera era bueno para sus naturalezas, sino porque sus ayunos, renuncias y limosnas tenían que desempeñar un papel esencial como signos de una plena participación en el Misterio de Pascua”. (148)


Thomas Merton
“Tiempos de celebración”
Pomaire, 1967

MUERTE Y FECUNDIDAD (Nouwen) 2

“Henri Nouwen decía a menudo que Dios nos llama a ser fecundos, no productivos. Ser productivo es realizar muchas cosas con el propio esfuerzo y, naturalmente, la productividad tiene un lugar y un sentido. Pero ser fecundo es recibir y, después, pasar a la presencia de Dio, a la misericordia y el amor infinitos de Dios. Cuando somos fecundos, nos sentimos agradecidos y somos felices de una forma que no depende de nuestros éxitos o fracasos, de nuestros cambios de humor. No se trata de que pensemos que somos fecundos; simplemente, lo somos. La gente que nos rodea es curada en nuevas dimensiones de vitalidad y creatividad. En los últimos años, Henri estaba preparando conscientemente el terreno de su vida, de forma que su muerte pudiera dar fruto.
Quizá sea verdad la broma amistosa según la cual Henri escribió el mismo libro una y otra vez. Desde el primer momento de su ministerio en América, nos pidió que confiáramos en la guía de Jesús a propósito de la muerte. Desde el principio nos aconsejó que viéramos el morir como un proceso continuo, no como una interrupción súbita, sino como una dimensión dinámica de la vida en cada momento. La llegada del sufrimiento y la muerte no debería sorprendernos. En un momento muy temprano de su ministerio en suelo estadounidense, en 1968, Henri predicó en un funeral una homilía titulada “Sobre la partida”:

“Las palabras de despedida de Jesús son hoy una invitación a entender la vida como una partida constante de lo familiar a lo real, un sentido creciente de libertad e independencia… un morir constante al pasado en el que la partida final es una independencia final. La vida es una escuela en la que se nos enseña a partir. Si esto es cierto, la muerte ya no es un destino cruel que arruina todos los esfuerzos… sino una señal que nos invita a una comprensión más profunda. Podemos amar, no a pesar de la muerte, sino por causa de ella. No podemos amar cosas inmortales. Sólo lo irremplazable, único y mortal puede tocar profundamente nuestra sensibilidad humana y ser una fuente de esperanza y consuelo. Dios se hizo nuestro Salvador porque su mortalidad no era fatal, sino camino hacia la esperanza”.

Henri quería que todos supieran que cuando afirmamos plenamente quiénes somos, nuestro vivir y nuestro morir, Dios da fruto en nosotros. En lugar de preocuparnos por lo que debemos hacer, deberíamos dirigirnos a Dios en la oración. El Espíritu de Dios nos guiará, y después seguirá el hacer más fecundo. La fecundidad pertenece a Dios, no a nosotros”.


Tomado de: “El fuego en el amado”, Introducción a ESCRITOS ESENCIALES de Henri Nouwen, escrito por Robert A. Jonas (Sal Terrae, 1999)

LA VERDAD QUE NOS HACE LIBRES

“El conocimiento de la verdad, según Jesús, no es cuestión de doctrinas o teorías, sino de fidelidad a lo que él dice y de autenticidad en el discipulado. En la Iglesia hay mucha gente que da más importancia a las verdades de la fe que al fiel seguimiento de Jesús, viviendo de la forma más parecida posible a como vivió Jesús”.

“Si el conocimiento de las verdades religiosas no nos hace más libres, tales verdades no son verdades sino mentiras. La sumisión intelectual, que impide pensar y decir lo que se piensa, no es el camino para llegar a la verdad, sino el camino de la esclavitud y de la mentira”.

“A muchas personas lo que les preocupa es saber si Jesús es Dios, pero no les interesa saber cómo tienen que vivir para encontrar a Dios”.


José María Castillo

jueves, 22 de marzo de 2012

MUERTE Y FECUNDIDAD, NOUWEN, 1

“En los últimos cinco años de la vida de Henri Nouwen, el tema más frecuente en sus escritos es el de la muerte. Su propia muerte, la muerte de Jesús y nuestra muerte. La muerte no es algo que debamos temer o evitar. Es más bien la continuación de la vida y su plenitud. Como dice la Escritura, si vivimos con Cristo y morimos con Cristo, entonces resucitaremos con él (Romanos 6,4; 2 Cor 4,14; Col 2,12). No es que Henri descubriera repentinamente la muerte en el accidente del camión en 1989. Siempre había hablado y escrito sobre la muerte, su carácter inevitable y su promesa. Antes de aquel accidente, ya había experimentado y reflexionado en profundidad sobre la muerte de su madre y su tío sacerdote, así como obre la de Thomas Merton, Martín Luther King y muchos amigos. Había celebrado la eucaristía en cientos de funerales, llamando la atención sobre la conexión espiritual subyacente entre la muerte de cada persona y la muerte de Jesús.
Desde el principio, Henri había predicado al mismo tiempo sobre el sufrimiento y la gracia de la muerte. Siempre había compartido su entusiasmo sobre la visión joánica de la vida eterna, especialmente clara en las palabras de la despedida de Jesús a sus amigos:

“En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16,7).


Durante años, Henri había hablado de la muerte como el definitivo regreso al hogar. En 1971, concretamente en un sermón en el tiempo de Adviento, Henri contó por primera vez en Yale un relato que había oído en Europa y que repetiría hasta mediados de la década de 1980. Durante la segunda guerra mundial, un prisionero de guerra languidecía en los campos de la muerte de Liberia. Al terminar la guerra, estaba demacrado, desesperadamente deprimido y a punto de morir. Ponía incluso en tela de juicio el valor de la vida. De pronto, un día recibió una breve carta de su esposa. Se sorprendió al tener noticias de que estaba viva. Su espíritu se reanimó y de nuevo quiso vivir. Con nosotros pasa algo parecido, decía Henri con su certeza y entusiasmo característicos. Dios nos ha enviado una carta, contándonos que está preparándonos un lugar maravilloso para cuando, en el momento de la muerte, regresamos a casa.
Henri había configurado su vida con la de Jesús. Como Jesús, Henri preparó a sus oyentes para su muerte ofreciéndoles relatos, parábolas y analogías. El libro best-seller que escribió en 1992, El regreso del hijo pródigo, explora su alegoría preferida del regreso al hogar. Y en los dos libros que escribió en 1994, Aquí y ahora, y Our greatest Gift, ofrecen muchas viñetas sobre la promesa de la muerte en Cristo. En el segundo, la muerte no es sólo benigna, sino que es algo superlativo, una posibilidad de liberación. La cercanía inminente de la muerte se convierte en una oportunidad para la liberación, no sólo para nosotros, sino también para aquellos a quienes amamos. Si morimos en el amor de Dios, liberamos a nuestros amigos de la inquietud, la melancolía o la culpa. Es como si dijéramos a nuestros amigos: Soy feliz. Estoy plenamente reconciliado con vosotros y con Dios. Soy libre para morir, y vosotros sois libres para vivir. ¡Aleluya!. Henri describe esta actitud como fecundidad”.

Tomado de: “El fuego en el amado”, Introducción a ESCRITOS ESENCIALES de Henri Nouwen, escrito por Robert A. Jonas (Sal Terrae, 1999)

CONJETURAS 2

En el testamento espiritual de Christian de Chergé, uno de los monjes trapenses asesinados en Thibirine (Argelia) en 1996, hay unas frases que pueden interesarnos ahora, y de las que probablemente Merton hubiera disfrutado enormemente:

«Mi vida no tiene más valor que otra vida. Tampoco tiene menos. En todo caso, no tiene la inocencia de la infancia…
He vivido bastante como para saberme cómplice del mal que parece, desgraciadamente, prevalecer en el mundo, inclusive del que podría golpearme ciegamente…
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez que me permita pedir el perdón de Dios y el de mis hermanos los hombres, y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido… Yo no podría desear una muerte semejante. Me parece importante proclamarlo...
Mi muerte, evidentemente, parecerá dar la razón a los que me han tratado, a la ligera, de ingenuo o de idealista: “¡Qué diga ahora lo que piensa de esto!”… Pero estos tienen que saber que por fin será liberada mi más punzante curiosidad.
Entonces podré, si Dios así lo quiere, hundir mi mirada en la del Padre para contemplar con Él a Sus hijos del Islam tal como Él los ve, enteramente iluminados por la gloria de Cristo, frutos de su Pasión, inundados por el Don del Espíritu, cuyo gozo secreto será siempre el de establecer la comunión y restablecer la semejanza, jugando con las diferencias».


La «revelación» de Merton en las calles de Louisville coincide plenamente con lo que quiere y espera «ver» Christian. La vida de este monje en Argelia estuvo marcada y fecundada especialmente por un «ribat el salam», un «vínculo de paz» vivido con sufíes de Medea de la Tariqâ Alawiyyâ (en forma de reuniones regulares), pero de manera más general, por sus numerosos y habituales encuentros con musulmanes argelinos. Christian de Chergé era lector del Corán, del que con frecuencia cita suras en sus homilías.
Los monjes de Thibirine, como Merton en este libro, y como muchos otros grandes testigos espirituales de nuestro tiempo, juegan con la precariedad de una existencia particular en medio de un mundo que no pueden abarcar y en el que apenas pueden influir, y así se plantean el desafío bien real del mundo actual: la urgencia para que los seres humanos, especialmente los pensadores y los místicos, aprendan a dialogar en el camino mismo de sus experiencias espirituales, y también a verse juntos y dependientes totalmente del perdón de Dios, por causa de la respuesta tan fría, a veces incluso tan vergonzosa, que los creyentes, monjes incluidos, dan a las exigencias más interiores de su Señor. En la práctica, tal clase de diálogo apenas está empezado. Pocos lo creen posible.
El texto de Merton, pues, aparece hoy lleno de ricas perspectivas, y, sin duda alguna, puede ser un instrumento admirable para situarse personalmente ante el mundo en evolución y profunda transformación que nos ha tocado vivir.
Conjeturas de un espectador culpable viene a «restablecer la comunión jugando con las diferencias» dentro de la experiencia universal de un monje, es decir, de ese «arquetipo universal» de soledad y comunión que cada corazón humano lleva inserto en sí mismo.
En medio de un mundo dominado por la infoxicación (tan bien definida por el psicólogo británico David Lewis), la lectura de este libro de Thomas Merton puede enseñarnos a dar una nueva dimensión a las ideas aprendidas que ya tenemos, a abrir la mente y comparar nuestros saberes con más fuentes que las ofrecidas por los mass media. Puede educarnos en nuevas estrategias de comunicación y, en definitiva, estimular el espacio vital de nuestro ser-en-el-mundo para poder ser «usuarios» conscientes y despiertos de lo que vemos y oímos, sentimos y tememos o, sencillamente, desconocemos.

Francisco R. de Pascual, Introducción a la última edición de “Conjeturas de un espectador culpable”, TM

sábado, 17 de marzo de 2012

CONJETURAS...

Introducción de F. R. de Pascual, a la última edición de “Conjeturas de un espectador culpable”.

Conjeturas son ideas que se deducen de alguna señal o noticia. Lo cual quiere decir que el espectador debe gozar de una atención despierta y una intuición viva, características muy propias del contemplativo o persona reflexiva.
Espectador es quien mira un acontecimiento o acción interesándose por lo que ocurre; si la acción no deja indiferente al espectador, este, según su sensibilidad, se vincula a lo que contempla experimentando algún sentimiento: placer, repulsa, indiferencia, culpabilidad incluso. En este último caso, el espectador se ve involucrado en la acción y siente en su interior un trastorno cuya intensidad es variable y que, generalmente, puede localizarse en una escala que va desde la vergüenza hasta cualquier tipo de acción que trata de paliar la desazón sentida.
Esa escala de sensaciones, valoraciones y sentimientos puede quedar reflejada en aquello que el espectador siente necesidad de escribir y manifestar a otros. Diríamos que este es el argumento central o hilo conductor de lo que en este libro trata de reflejar Thomas Merton: las ideas que deduce de lo que en un tiempo de su vida lee y ve, oye y siente, alimenta su esperanza y produce también su frustrada impotencia ante el devenir de los acontecimientos que le rodean.
Dado que el espacio de tiempo que recoge este libro es prácticamente la década de 1960, podemos preguntarnos sobre la actualidad de las reflexiones que Merton nos ofrece.
El hecho de que este libro sea publicado de nuevo hoy es ya de por sí una respuesta, y no solo por parte del interés de los editores, sino por el juicio positivo que seguramente emitirá el lector tras haberlo leído.
Los temas que se tratan en las páginas que siguen se toman de los diarios que Merton escribió desde 1956 hasta 1965. Son muy pocas las entradas que tienen fecha; con todo, en algunos casos se puede deducir la datación por el contenido del texto. Tampoco corresponden los temas con las entradas de los diarios, aunque algunas veces contienen reflexiones sobre temas abordados en ellos; por ejemplo, la narración sobre la experiencia «en la esquina de la calle Cuarta [Fourth] con Walnut», en la que sí viene reflejada y aumentada la entrada del diario. Los artículos son demasiado largos para llamarlos pensamientos y demasiado cortos e inacabados para considerarlos ensayos. Pueden compararse con las parábolas de Jesús, no solo por su forma (generalmente no son historias), sino por su verdad básica, porque intentan involucrar al lector en los temas afrontados. Ante todo trata sobre la vida, la apertura y el crecimiento.
El libro está dividido en cinco partes: 1. El sueño de Barth. 2. Verdad y violencia en una época interesante. 3. El espíritu de la noche y el aire de la aurora. 4. La encrucijada. 5. El loco corre al Este. El contenido de cada una de las cinco partes es muy diverso y cubre tal variedad de temáticas que los títulos clarifican poco las cuestiones tratadas en cada una de las cinco secciones. Cualquier intento de resumen sería una ardua e infructuosa tarea, pues Merton no ofrece aquí nada sistemático y organizado, sino que solamente pretende compartir con el lector sus reflexiones.
Quizá la primera sorpresa del lector sea el hecho de que un monje quiera redimir su propia culpabilidad (la de haber ocupado un largo periodo de tiempo dedicado a escribir sobre sí mismo y cuestiones «espirituales»). No tendría por qué «redimir» nada, ni sentirse «culpable» ante acontecimientos que no dependen de él. Al fin y al cabo, cada uno solo puede «manejar» un pequeño espacio de tiempo y la vida que le imponen las propias circunstancias, máxime si esa vida ha sido elegida libremente.
La segunda sorpresa puede ser la variedad de temas tocados por Merton, fruto, como decíamos al principio, de sus amplias lecturas y de su fina sensibilidad para captar los acontecimientos de su tiempo (con muchos menos medios de información que los que hoy día tenemos a disposición).
Y, finalmente, la originalidad y novedad de sus aportaciones y la profundidad de sus reflexiones. Hoy día vivimos dentro de una cultura «accidentada» y «fugaz», con poco espacio para la reflexión y el sosiego. Todos somos «víctimas» y hay un exceso de «verdugos» empeñados en fraccionar y seccionar los espacios de información.
El esfuerzo por mantenerse despierto en medio del mundo podría resultar extraño en una persona que vive en un monasterio trapense, aunque sea norteamericano, pero, curiosamente, algunos trapenses han dado muestras de una gran sensibilidad hacia lo que hay más allá de la clausura, sensibilidad y atención propias de los grandes maestros espirituales de la humanidad.
(Continuará…)

THOMAS MERTON. Cartas a MILOSZ.

“Alguien interesado en el Dios que es la Verdad tiene que quebrar las caparazones prefabricadas de las posiciones cautivas que ofrecen sus escapatorias convenientes de la libertad; quien ama la libertad tiene que atravesar la dolorosa experiencia de buscarla, tal vez sin exito”.
(6 dic 1958)

“Me resulta intolerable sentir que me he mantenido demasiado lejos de los problemas reales de mi época en una especie de devoto desapego que es un lujo indefendible”.


“En el silencio y en el sufrimiento, en el esfuerzo desgarrador por ser honestos en medio de la deshonestidad (más que todo nuestra propia deshonestidad), en todo esto está la victoria. Es Cristo en nosotros quien nos conduce a través de la oscuridad hacia una luz de la cual no tenemos idea y que sólo puede ser encontrada al atravesar por una aparente desesperación”.
(28 febrero 1959)

“Cada vez estoy más y más convencido de que es una obligación tanto religiosa como civil estar descontento ante las respuestas prefabricadas, sin que importe de donde provengan”.

“Creo que los estereotipos volubles que se elaboran sobre la voluntad de Dios son suficientes como para hacer que uno pierda su fe”.

En la medida en que somos Cristo, somos nuestra propia Providencia. Entonces la cosa no consiste en batallar para resolver las leyes de una fuerza misteriosa extraña a nosotros y totalmente externa a nosotros, sino en recobrar lo que es más íntimo de nuestro ser, la profundidad misma de nuestro ser”.

“Ya reflexioné mucho sobre el tipo de persona que otros supusieron que yo debía ser. Estoy llegando a una feliz y peligrosa edad donde sobre todo quiero pulverizar aquella imagen”.
(21 de mayo de 1959)

miércoles, 14 de marzo de 2012

LIBROS DE TM

Conjeturas de un espectador culpable
Comentario de la Editorial
He aquí al mejor Merton: incisivo, sincero, espiritual y provocativo. Este libro es un conjunto de reflexiones personales, intuiciones, metáforas, observaciones y juicios sobre lecturas y sucesos. El material está tomado de sus diarios escritos entre 1956 y 1966.

Además de componer una versión personal del mundo de su época, estas páginas son un diálogo implícito con otras mentes, un diálogo en el que se suscitan preguntas, pero sin esperar hallar «respuestas». Como el mismo Merton señala: «No tengo respuestas claras a las preguntas que andan por ahí. Tengo preguntas, y, de hecho, creo que a un hombre se le conoce mejor por sus preguntas que por sus respuestas. Sin duda, dar a conocer las propias preguntas es ponerse al descubierto. No salgo al mercado a dar esas respuestas prefabricadas y en serie que tanto solicita el público, y lo que más pongo en duda es la viabilidad de las respuestas públicas y populares, incluyendo algunas de las que pretenden ser más avanzadas».

Quizá el mejor modo de caracterizar este libro es decir que consiste en una serie de apuntes y meditaciones, algunos poéticos y literarios, otros históricos y aun teológicos, que inevitablemente hacen de Thomas Merton un «espectador» privilegiado del que podemos aprender a mirar y a preguntar.

THOMAS MERTON (1915-1968) es universalmente reconocido como uno de los más influyentes autores espirituales de nuestro tiempo. Monje, poeta y activista por la paz y los derechos civiles, entre sus principales obras se cuentan La montaña de los siete círculos y Nuevas semillas de contemplación, esta última publicada por la Editorial Sal Terrae, donde también han visto la luz otras seis obras.

NOVEDADES EDITORIALES

Una de Joan Chittister, “40 cuentos para reavivar el espíritu”, y la otra de Anselm Grün, “La fuerza sanadora de las parábolas de Jesús”. Estas son las notas que la editorial incluye como reseña en las contraportadas:

En La fuerza sanadora de las parábolas de Jesús, dicen “Anselm Grün describe cómo Jesús sanaba con sus parábolas, dichos y encuentros personales. Su palabra y su acción nos abren el camino para acceder al fondo de nuestra alma, donde puede producirse la sanación. Con sus parábolas rebosantes de vida, sus historias de curación y determinados dichos o discursos transmitidos en los Evangelios, Jesús nos enseña a transformar y asimilar las experiencias difíciles de nuestra vida.
Una mirada renovada a las parábolas y los relatos de curación de la Biblia cambiaría nuestra vida, porque nos haría más sanos y más libres, colmaría nuestra esperanza y nos fortalecería como personas.
ANSELM GRÜN es uno de los autores cristianos más populares y más leídos actualmente. Sus obras han sido traducidas a las principales lenguas. Sal Terrae, su editorial de referencia en español, ha publicado una cincuentena de libros de este maestro tan prolífico como estimado”.

En “40 cuentos para reavivar el espíritu”,
“Dios hizo seres humanos porque le gustan los cuentos», dijo el rabino Nachman. Y a nosotros, que estamos hechos a imagen de Dios, también nos gustan los cuentos.
Los lectores que hayan seguido los libros de Joan Chittister sabrán que le gustan los cuentos de todas las tradiciones religiosas; todos los cuentos, dichos, mitos, fábulas, proverbios y parábolas. Sabe perfectamente que aprendemos mejor con los cuentos.
Un buen cuento es un tesoro por el que merece la pena vender todo cuanto se posee. Puede conmovernos hasta lo más profundo, hacernos repensar las viejas verdades, poner grandes preguntas en nuestro horizonte, inspirarnos para tratar de alcanzar aquello a lo que no llegamos. La tradición judía enseña que la distancia más corta entre un ser humano y Dios es a través de un relato. Juzgue el lector si es verdad.
JOAN CHITTISTER lleva más de treinta años siendo una destacada voz dentro de la espiritualidad contemporánea y es autora de más de cuarenta libros. Escritora, columnista y notable conferenciante internacional, ha recibido numerosos premios por su trabajo en favor de la paz, los derechos humanos, los problemas de la mujer y la renovación de la Iglesia. Es miembro de la comunidad benedictina de Erie (Pennsylvania)”.

Esta mujer está haciendo una importante y necesaria labor divulgadora de una teología y una espiritualidad desde una visión y un enfoque bastante “saneados” de “pesos muertos”. No llega a la profundidad intelectual de Elizabeth Johnson, ni por su filiación congregacional goza de la misma autonomía de pensamiento, pero es una voz válida dentro de las letras del orbe religioso.

(San).

CUARESMA

CUARESMA: Más Vida.

“La vida esta hecha del paso de los años.
Cada año es un punto de crecimiento claramente identificable en la vida, la muda de otra capa de vida. Cada año nos aporta algo único y pide algo distinto de nosotros.
Cada tipo distinto de año exige de nosotros fuerzas diferentes, nos proporciona dones distintos, nos posibilita diferentes clases de sensibilidades.
El año litúrgico es la aventura de llevar la vida cristiana a plenitud, tener el corazón alerta y el alma centrada.
El año litúrgico es el año que tiene el propósito de sintonizar la vida del cristiano con la vida de Jesús”.

“La Cuaresma es una llamada a la renovación de un compromiso que quizá haya perdido fuerza por culpa de una vida más marcada por la rutina que por la reflexión. Después de toda una vida de monótona regularidad o de adhesión irreflexiva a los signos visibles de la fe, la Cuaresma requiere de mí que, como cristiano, me detenga un momento a reflexionar de nuevo sobre lo que está ocurriendo en mí. Me veo de nuevo en la tesitura de decidir si yo creo verdaderamente que Jesús es el Cristo y, si lo creo, si viviré en conformidad con ello cuando ya no pueda escuchar el canto de los ángeles en mi vida y la estrella de Belén haya perdido su brillo para mí”.

“La Cuaresma no es un rito. Es un tiempo dedicado a pensar seriamente acerca de quién es Jesús para nosotros, a renovar nuestra fe desde el interior. Es el momento en que, cuando las aguas bautismales caen sobe el altar en la Vigilia Pascual, volvemos a la fuente bautismal del corazón para decir “Sí”, una vez más, a la llamada de Jesús a los discípulos: “Vengan y vean” (Jn 1, 39). Es el acto de reiniciar nuestra vida espiritual, una y otra vez renovada y reorientada”.

“El Miércoles de Ceniza, eco de la llamada del Antiguo Testamento a cubrirse de saco y ceniza, es un grito continuo a lo largo de los siglos que dice que la vida es efímera y que el cambio es urgente. No tenemos tiempo que perder en naderías. Debemos arrepentirnos del tiempo perdido por el camino hacia Dios”.

“La voz de cada domingo de Cuaresma hace resonar en nosotros esa verdad tan antigua, probada y verdadera: “Si quieres ser discípulo mío, sígueme”, escuchamos lo que la voz de Jesús dice en la Escritura del compromiso. Y nos situamos en esa larga e interminable procesión de todos cuantos, a lo largo del tiempo, han emprendido el camino al Jerusalén de su propia vida con el Jesús que nos muestra a todos cómo llegar”

“La cuaresma es nuestra guía al “más” de la vida”

Joan Chittister
“El año litúrgico. La interminable aventura de la vida espiritual”
Sal Terrae, 2010

CONTEMPLACIÓN ES OTRA COSA...

“Pedísteisme os dijese el principio de oración; yo, hijas, aunque no me llevó Dios por este principio, porque aún no le debo tener de estas virtudes, no sé otro. Pues creed que quien no sabe concertar las piezas en el juego de ajedrez, que sabrá mal jugar, y si no sabe dar jaque, no sabrá dar mate. Así me habéis de reprender porque hablo en cosa de juego, no le habiendo en esta casa ni habiéndole de haber. Aquí veréis la madre que os dio Dios, que hasta esta vanidad sabía; mas dicen que es lícito algunas veces. Y cuán lícito será para nosotras esta manera de jugar, y cuán presto, si mucho lo usamos, daremos mate a este Rey divino, que no se nos podrá ir de las manos ni querrá.

La dama es la que más guerra le puede hacer en este juego, y todas las otras piezas ayudan. No hay dama que así le haga rendir como la humildad. Esta le trajo del cielo en las entrañas de la Virgen, y con ella le traeremos nosotras de un cabello a nuestras almas. Y creed que quien más tuviere, más le tendrá, y quien menos, menos. Porque no puedo yo entender cómo haya ni pueda haber humildad sin amor, ni amor sin humildad, ni es posible estar estas dos virtudes sin gran desasimiento de todo lo criado.

Diréis, mis hijas, «que para qué os hablo en virtudes, que hartos libros tenéis que os las enseñan, que no queréis sino contemplación». -Digo yo que aun si pidierais meditación pudiera hablar de ella y aconsejar a todos la tuvieran, aunque no tengan virtudes; porque es principio para alcanzar todas las virtudes, y cosa que nos va la vida en comenzarla todos los cristianos, y ninguno, por perdido que sea, si Dios le despierta a tan gran bien, lo habrá de dejar, como ya tengo escrito en otra parte, y otros muchos que saben lo que escriben, que yo por cierto que no lo sé; Dios lo sabe.

Mas contemplación es otra cosa, hijas, que éste es el engaño que todos traemos, que en llegándose uno un rato cada día a pensar sus pecados (que) está obligado a ello si es cristiano de más que nombre), luego dicen es muy contemplativo, y luego le quieren con tan grandes virtudes como está obligado a tener el muy contemplativo, y aun él se quiere, mas yerra. En los principios no supo entablar el juego: pensó bastaba conocer las piezas para dar mate, y es imposible, que no se da este Rey sino a quien se le da del todo”. (C: 16 o 22)

SANTA TERESA

viernes, 9 de marzo de 2012

ELEGIR LA VIDA,2

“La apertura al mundo verdaderamente cristiana procede de un auténtico respeto hacia el ser y el hombre, y hacia la situación natural e histórica del hombre en el mundo. Pero el respetar al hombre en su situación histórica de hoy, sin tomar en cuenta su necesidad, su angustia, sus imitaciones y su peligro, y sobre todo, sin consentir tomar parte en su culpabilidad, sólo acaba en una cruel burla al hombre. ¿De qué sirve exaltar la grandeza del hombre sencillamente porque los esfuerzos concertados de técnicos, soldados y políticos se las arreglan para poner un hombre en la luna, mientras cuatro quintos de la raza humana permanecen en abyecta miseria, mal vestidos y mal alimentados, en vidas sujetas a arbitraria e insensata manipulación por los políticos, o a la violencia a manos de la policía, de los chulos o de los revolucionarios? Cierto que las posibilidades y la nobleza intrínseca del hombre son maravillosas: pero de poco sirve cacarearlo cuando la celebración de su grandeza teórica no sirve para ayudarle a encontrarse como ser humano normal.
En vez de un culto idolátrico a la tecnología y al poder, y en vez del insensato engrandecimiento del hombre (en realidad, auto-engrandecimiento de jefes de policía y empresarios), volvámonos al mundo, en sentido de recobrar el dominio de nuestros vastos poderes y usarlos para cumplir las necesidades del hombre”. (208)CEC.

ESPIRITUALIDAD, según Masiá Clavel.

1. La espiritualidad no es cuestión del espíritu solamente; la
espiritualidad es, en las tradiciones orientales, inseparable
de la corporalidad.
2. Aunque haga falta hablar de espiritualidad, también es
muy necesario aprender a callar sobre espiritualidad,
como aprender a callar sobre Dios. Y cuando llegue el
momento de hablar, habrá que acentuar más lo
descriptivo y vivencial que lo explicativo y prescriptivo.
3. Queda mucho por hacer en el tema de liberarse de
antropomorfismos al hablar de Dios, de religión y de
espiritualidad.
4. Aunque cada vez seamos más conscientes de la
necesidad de superar exclusivismos intolerantes y
sectarios, reaparecen disimuladamente de muchas
maneras. Es el obstáculo mayor para la inculturación de
la fe cristiana en Oriente.
5. En la búsqueda de otra espiritualidad posible pesa
demasiado, a veces, la obsesión por la identidad.
Necesitamos cobrar mayor conciencia de que las
identidades no están nunca acabadas, sino en
movimiento y son multidimensionales.
6. No basta pasar de la mentalidad de culturas llamadas
agrarias a las industriales o incluso a las postmodernas.
También hay que redescubrir valores ancestrales
perdidos u olvidados, ya a partir de las primeras
urbanizaciones en la antigüedad. Por ejemplo, aunque
haya que superar lo mágico, es discutible si se puede
desechar lo ritual. También hay que redescubrir
vínculos comunitarios, a la vez que se evita el tribalismo.
7. Frente a la exaltación tecnocientífica y a su rechazo
ingenuo, hay que descubrir nuevos modos de integración
de naturaleza y tecnología que repercuten en el estilo de
vida y en las formas de espiritualidad.
8. Solamente estando insertados corporalmente en el
mundo empobrecido, injustamente oprimido e ignorado,
se podrá elaborar una espiritualidad que integre el
compromiso por la justicia con la compasión universal.
9. Frente a la destrucción de la naturaleza y los intentos
románticos de retorno forzado a ella, necesitamos una
nueva integración de comunión con la naturaleza,
comunión con las personas y transformación mutua de
ambas.
10. El excesivo miedo y sospecha frente al llamado
panteísmo nos impide vivir a fondo la interconexión,
interrelación y vinculación muta de todo con todo en el
misterio de la vida. Una forma de espiritualidad
importante es la que busca en todo el retorno a esa
unidad primordial.

“Hacia una espiritualidad alternativa”, Juan Masiá Clavel.

UN NUEVO PAÍS

Entra en un nuevo país (Henri Nouwen, La voz interior del amor)

“Tienes una idea de que apariencia tiene el nuevo país. Aun así, estas demasiado cómodo, si bien no verdaderamente en paz, en el viejo país. Conoces las maneras del viejo país, sus dichas y dolores, sus momentos alegres y tristes. Has pasado allí la mayor parte de tus dias. Aun cuando sepas que no has encontrado allí lo que tu corazón mas desea, sigues bastante aferrado a el. Se ha vuelto parte de tus
mismos huesos.
Ahora has llegado a darte cuenta de que debes dejarlo para ingresar a un nuevo país, donde habita tu Amado. Sabes que lo que te ayudaba y te guiaba en el viejo país ya no funciona pero, ¿qué otra cosa tienes para guiarte? Se te pide que confíes en que encontraras en el nuevo país lo que necesitas. Eso requiere la muerte de lo que se ha vuelto tan preciado para ti: la influencia, el éxito, si, incluso el afecto y el orgullo.
Confiar es muy difícil, porque no tienes a que recurrir. Aun así, la confianza es lo esencial. El nuevo país es adonde se te convoca a ir, y la única forma en que puedes ir es desnudo y vulnerable. Parece que estuvieras permanentemente cruzando y volviendo a cruzar la frontera. Por un momento, experimentas una dicha verdadera en el nuevo país. Pero después te asustas y empiezas a ansiar nuevamente todo lo que dejaste atrás; entonces, vuelves al viejo país. Para tu consternación, descubres que el viejo país ha perdido su atractivo. Arriesga unos pasos mas en el nuevo país, confiando en que, cada vez que entres en el, te sentirás mas cómodo y podrás quedarte mas”.

FE, OSCURA Y LUMINOSA

En el segundo domingo de Cuaresma de este año leemos el conocido pasaje del sacrificio de Abraham. A propósito de esta historia, leyendo un comentario bíblico, quiero compartir algunas ideas:
1. En este relato es importante distinguir entre el hecho en sí y su significación. Para el autor sagrado lo principal es lo segundo, el hecho en sí es secundario y cobra sentido como vehículo al servicio del mensaje. En tiempos remotos cierta comprensión de lo religioso incluía los sacrificios humanos, lo cual hablaba de los seres humanos y no de Dios.
2. Abraham, llamado padre de la fe, tuvo que pasar por varias pruebas, la primera abandonar su familia, tierra y cultura, sus orígenes, para empezar un camino nuevo. Cuando finalmente Abraham tiene a Isaac, el hijo de la promesa, Dios lo reclama y se lo manda sacrificar. Isaac era para Abraham el hijo de la promesa, además de su hijo muy amado, el hijo nacido de la fe y a través del cual recibió la bendición plena de Dios para cumplir su vocación.
3. Así, Dios, que había pedido a Abraham renunciar a su pasado para cumplir su vocación, le pide ahora renunciar también a su futuro. Así discurren los misteriosos caminos de la vida y de la fe. Dios será padre de naciones cuando sea capaz de renunciar a su paternidad, como luego María de Nazaret se convertirá en madre de la Iglesia perdiendo en la cruz a su propio hijo.
4. El Salmo 115 expresa: “Tenía fe, aun cuando dije: Qué desgraciado soy”. La fe de Abraham y la confianza de Jesús en la cruz son modelos y alicientes en nuestra propia búsqueda de verdad y amor. Los caminos de Dios son a veces complicados y difíciles de entender, pero siempre como dice Pablo: “Si Dios está con nosotros, ¿Quién estará contra nosotros?”. Eso es la fe, oscura y luminosa al mismo tiempo.

lunes, 5 de marzo de 2012

DIOS SE FUNDE Y SE CONFUNDE CON LO HUMANO...

Dios se funde y se confunde con lo humano, de tal forma y hasta tal punto, que lo que se haga o se deje de hacer con cualquier ser humano, en definitiva, a quien se le hace o se le deja de hacer es a Dios. Los cristianos no tenemos otro sitio ni otra forma de encontrar a Dios que nuestra propia humanidad. Cuando llegue el momento definitivo, lo que se va a tener en cuenta no es la fe, ni la religión, ni siquiera el concepto de Dios. En ese momento, sólo se tendrá en cuenta la humanidad de cada uno, y lo que cada cual ha hecho o dejado de hacer por aliviar el sufrimiento que genera la inhumanidad que todos llevamos fundida en la sangre de nuestra vida, en la civilización que hemos construido, en la sociedad que hemos organizado, en los poderes a los que nos sometemos, en los silencios cómplices ante tanto dolor y tanta humillación que encontramos en este mundo desbocado

José María Castillo.

ELEGIR LA VIDA

Hay que elegir la vida, y las cosas que favorecen la vida. Eso significa respeto a todas las cosas vivientes, pero especialmente a todo hombre, hecho a imagen de Dios. Respeto al hombre aun en su ceguera y en su confusión, aun cuando haga el mal. Pues hemos de ver que la significación del hombre ha cambiado totalmente con la Crucifixión, todo hombre es Cristo en la cruz, se de cuenta o no. Pero nosotros, si somos cristianos, hemos de llegar a darnos cuenta de ello. Eso significa ser cristiano: no simplemente uno que cree ciertos informes sobre Cristo, sino uno que vive en consciente confrontación con Cristo en sí mismo y en otros hombres.
Eso significa, por tanto, la elección de vaciarse del propio yo, del yo ilusorio fabricado por nuestros deseos y temores, el yo que está aquí ahora y que dejará de estar aquí si ocurre esto o lo otro.
Significa preferir finalmente la acción silenciosa y el sacrificio, porque las palabras se han hecho demasiado baratas y en todos los árboles crecen programas. Mejor que ningún programa es la decisión de aceptar el sufrimiento, sabiendo por qué y para qué, sin justificarse a sí mismo”. (205)

Thomas Merton
"Conjeturas de un espectador culpable".

viernes, 2 de marzo de 2012

THOMAS MERTON ESCRIBIÓ...

“El tiempo de confiar en las estructuras ha desaparecido. Son buenas y debieran ayudarnos, y nosotros debiéramos hacer lo mejor que pudiéramos con ellas. Pero quizá sean abolidas, y si todo se nos arrebata, ¿Qué hacemos a continuación?”. DA,300)

“Lo esencial de la vida monástica no está vinculado a edificios, a vestimentas, ni siquiera está necesariamente asociado a una regla. Reside en algo más profundo que una regla. Tiene que ver con esto de la completa transformación interna. El resto sirve a ese propósito”. (DA, 301)

“El monje pertenece al mundo, pero el mundo le pertenece a él en tanto en cuanto se haya dedicado por completo a liberarse de él para así liberarlo. No se puede tan solo sumergirse en el mundo y dejarse arrastrar por él. Eso no es la salvación”. (DA, 302)

“Allí donde se encuentre alguien capaz de dar algún tipo de dirección e instrucción a un pequeño grupo que intente amar y servir a Dios y alcanzar la unión con él, con toda probabilidad se dará algún tipo de monasticismo. Ese monasticismo no puede extinguirse. Es imperecedero. Representa un instinto del corazón humano, así como un carisma donado por Dios al hombre. No depende de factores culturales, sociológicos o psicológicos. Es algo mucho más hondo”. (DA, 303)

LO QUE ES IMPORTANTE...

“Una habitación en Butler Hall, con vistas sobre los edificios del campus, Daisetz Suzuki, con sus cejas grandes y tupidas y su audifono que no le ayudaba en nada, pues Mihoko, su guapa secretaria, tenía que repetirle todo. La secretaria estaba preparando el té. Una ceremonia, pero nada, de lo más informal, pues no había ritos ni reglas. Yo me bebí el té, todo lo reverente y atento que pude. La secretaria se fue a otra habitación. Suzuki, mientras yo esperaba que ella se fuera, tomó su taza y la vació de un trago.
Inmediatamente fue como si nada hubiera ocurrido en absoluto y como si la habitación hubiera volado fuera del edificio. Pero en realidad no había sucedido nada. Un hombre zen, anciano, muy anciano, de tupidas cejas se había bebido una taza de te con el completo descuido de un niño y, al mismo tiempo, declaró con la mayor decisión:
- ¡Esto no es importante!
La función de una universidad es enseñar a un hombre cómo beberse una taza de té, no porque eso, o algo, sea importante sino porque es corriente tomar té, como cualquier otra cosa bajo el sol. Y sea lo que sea lo que hagamos, cada acto, por pequeño que sea, puede enseñarnos algo…”
(AMAR Y VIVIR, 22-23). Thomas Merton

Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.